martes, 16 de diciembre de 2008

Capitales Lingüísticos

“Cualquier acto de palabra o cualquier discurso es una coyuntura, producto del encuentro entre un habitus lingüístico y un mercado lingüístico, es decir, por una parte, entre un sistema de disposiciones socialmente constituidas, que implica una propensión a hablar de cierta manera y formular ciertas cosas (un interés expresivo), al mismo tiempo que una competencia para hablar inseparablemente definida como la aptitud lingüística para generar infinidad de discursos gramáticamente conformes y como la capacidad social para emplear adecuadamente esta competencia en una situación dada y, por la otra, un sistema de relaciones de fuerzas simbólicas que se imponen a través de un sistema de sanciones y censuras específicas y que, de esta manera, contribuyen a moldear la producción lingüística al determinar el “precio” de los productos lingüísticos. La anticipación práctica del precio que mi discurso tendrá contribuye a determinar la forma y el contenido de mi discurso, que será más o menos tenso, más o menos censurado, a veces hasta el silencio de la intimidación. Entre más oficial o “tenso” sea el mercado, esto es, más próximo a las normas del lenguaje dominante (podemos pensar, por ejemplo, en las ceremonias de la política oficial: inauguraciones, discursos, debates públicos), mayor será la censura y mayor la dominación del mercado por los dominantes, poseedores de la competencia lingüística legítima.”

Bourdieu P. y Wacquant L., Respuestas. Para una antropología reflexiva, Mexico, Grijalbo, 1995.

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