lunes, 27 de septiembre de 2010

Descubrimientos y comunicación

A lo largo de la evolución humana los descubrimientos y los avances tecnológicos han ido modificando la forma de comunicación y de acceso al saber y a la cultura, así como el modo de vivir y de entender la realidad. De esta forma, a partir de la comunicación oral, único medio natural de comunicación del hombre primitivo, se idearon nuevas formas simbólicas de comunicación que evolucionaron hasta llegar a la escritura. La invención de la escritura y más tarde, en el Renacimiento, la invención de la imprenta constituyeron dos revoluciones culturales que conmocionaron el mundo y cambiaron los parámetros de acceso al conocimiento, como atestigua la historia. (Crowley y Heyer, 1997: 140)

Con relación a la primera, la invención del alfabeto fonético, base del código escrito, supuso la creación del sistema de comunicación con más alto grado de desarrollo de la civilización occidental, el cual ha sobrevivido con muy ligeros cambios durante milenios (Diringerm, 1948: 37). Permitió ampliar las posibilidades comunicativas, al no estar limitadas a la presencia de los interlocutores, pero puso en evidencia la necesidad de instrucción en ese nuevo código para poderse servir de él como medio de comunicación, sugiriendo así el concepto de alfabetización, cuya valoración ha ido evolucionando sustancialmente a través de los tiempos, como veremos a continuación (Colomer y Camps, 1996: 15-19).

Respecto a la segunda, la invención de la imprenta marcó el amanecer de la era moderna y significó la instauración definitiva del código escrito como única forma de acceso a la cultura. La imprenta alteró la historia intelectual occidental y conmocionó todas y cada una de las áreas de la actividad humana (Burke, 1997).

En consecuencia, iba a producir una gran revolución social, un cambio absoluto en el pensamiento y en las formas de aprendizaje. Impactó directamente en el mundo de las ideas y el conocimiento, haciendo posible el nacimiento de las ciencias modernas, y creó un espacio en el que pudieron florecer nuevas formas de expresión. La nueva cultura del libro impreso, gracias al uso del papel, influyó de manera decisiva en un auge progresivo de la alfabetización y la divulgación de la cultura, y facilitó el acceso a la educación. La imprenta conocerá su momento de máximo esplendor durante el siglo XVIII, con la ilustración, etapa en la que en Europa, a imitación de lo que ocurría en Francia, la alfabetización en el código escrito se convierte en un objetivo cultural prioritario.

Sin embargo, el concepto de alfabetización relacionado con la instrucción y escolarización, además de con el progreso económico y cultural, tal como lo concebimos hoy, es una idea propia de la era de la industrialización. A partir de ese momento, este concepto irá ampliando sus límites, pues al final del siglo XIX, y sobre todo a lo largo del siglo XX, fruto de los imparables avances tecnológicos, irán surgiendo nuevos y potentes instrumentos de comunicación, con nuevos códigos y lenguajes, especialmente audiovisuales: serán los medios de comunicación de masas, los cuales pueden adoptar en su sentido más amplio muy diversas formas: periódicos, libros, revistas, tebeos, fotografías, radio, televisión, videocintas, videojuegos, carteles, etc.

La característica básica de los mismos es la utilización de recursos y soportes tecnológicos para la transmisión de mensajes, cifrados en códigos simbólicos, y dirigidos simultáneamente y de forma unidireccional a un gran número de personas.

Estas son, a juicio de Aparici y García Mantilla (1987), las principales características de los medios de comunicación de masas:

- Los mensajes pueden llegar a cualquier persona que tenga acceso a ellos.

- La comunicación se transmite a través de medios técnicos: impresos, sonoros, visuales y audiovisuales.

- Establecen una comunicación indirecta con los receptores que se encuentran a distancia espacial o temporal del emisor.

- El mensaje se transmite de forma unilateral.

- Se dirigen a una audiencia amplia, dispersa y anónima.


En la actualidad, el auge y la influencia de los medios de comunicación en la sociedad son incuestionables y aún lo serán más en el futuro, con el desarrollo de nuevos medios basados en la informática, en la robótica y la telemática (Merayo, 2000). Su influencia es tal que ha llegado a mediatizar en gran medida nuestro conocimiento de la realidad y nuestros hábitos y costumbres vitales. De esta manera, los medios de comunicación configuran y uniforman la manera en que aprendemos a comprender y conocer el mundo en que vivimos: nos transmiten formas de comportamiento social, actitudes, valores, hábitos, costumbres, modos de habla, pero, además, están creando una forma distinta de recibir y de transmitir información, mediante nuevos códigos y símbolos que, a diferencia de los verbales, tienen carácter universal.

Prado Aragonés Huelva, Josefina: Hacia un nuevo concepto de alfabetización. El lenguaje de los medios. Comunicar: Revista Científica Iberoamericana de Comunicación y Educación. Núm. 16. 2001
Vanesa Bouza Comunicación

Lenguas

"La alfabetización audiovisual requiere un proceso que implica lectura y la producción de medios y debe ser considerado como el aprendizaje de una segunda lengua"

Aparici (1994)
Vanesa Bouza

jueves, 23 de septiembre de 2010

De lo analógico a lo digital Cassany, Daniel

http://www.lecturayvida.org.ar/pdf/cassany.pdf CASSANY, D. "De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición", Lectura y Vida, 21/4: 6-15, 2000. ISSN 0325-8637 / CODEN LVIDDG. Textura, 1, 13-25. Revista especializada en lingüística, pragmática, análisis del discurso, semiótica y didáctica de la lengua, Centro de Estudios Textuales (CEDEX), Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Maturín (Venezuela), enero-junio 2002. ISSN: 1317-5920.
Vanesa Bouza Comunicación y Cultura

¿Producidos o Productores?

(extractos del libro El imperio digital, de Zanoni, Leandro: Buenos Aires : Ediciones B, 2008 disponible completo en http://www.eblog.com.ar/7970/el-imperio-digital-3/)

No creo que seamos productos de la tecnología, sino al revés: la tecnología nos permite ser quienes pretendemos ser. El ser humano siempre buscó fabricar todo aquello que la imaginación creaba y así fue su evolución. Hoy somos todos, con más o menos diferencias, inspectores que vamos por la vida no sólo con dispositivos que nos ayudan a cumplir nuestras tareas y satisfacer muchos de nuestros deseos, sino que además, nos conectan los unos a los otros.

El avance tecnológico es tal que un nuevo producto ya es viejo cuando sale al mercado. Tal vez la industria de celulares sea el ejemplo más certero de la velocidad casi frenética en la que vivimos. Está claro que el futuro será enteramente móvil.
La convergencia de dispositivos se encuentra en su pico más alto de crecimiento. Por eso el promedio de recambio de nuestro teléfono celular a otro modelo nuevo —con más y mejores funcionalidades— desciende cada año.
El consumidor es siempre exigente y quiere tener en su teléfono cada nueva tecnología que sale al mercado: SMS, MP3, fotos, videos, Wi-Fi, bluetooth, MMS, correo electrónico, juegos, GPS, pantalla táctil, etc. Pero además, exigen precio y calidad. Y por si fuera poco, sobre todo en los jóvenes, el teléfono ya se ha posicionado como un elemento de identificación y personalidad.
Se calcula que para 2010 habrá en el mundo mil millones de teléfonos con cámaras digitales (la mitad con 2 MP de resolución) según la consultora Internacional Data Group.
La llamada tecnología “verde” o ecológica es una de las principales preocupaciones de las grandes empresas para contribuir al uso responsable de la energía no renovable.

Millennials

Con la computadora como principal aliada, los adolescentes y jóvenes que hoy tienen entre 12 y 20 años (nacidos a mediados de la década de los ochenta en adelante) pertenecen a la generación bautizada “Generación Y”, Millennials o también denominados “nativos digitales”. Admiran a Google (mueren por una remera con su logo) y son los primeros en probar y adoptar cada nueva tecnología que surge. Están a años luz de sus mayores y lo saben. Son rebeldes, contestatarios y tienen menos dudas ideológicas que las generaciones anteriores. Tienen blogs donde escriben lo que quieren y van por la calle con sus iPod retratando todo con las cámaras de sus celulares. Las fotos, por supuesto, las suben a sus fotoblogs. Son muy emprendedores y llevan adelante proyectos personales que, a pesar de su edad, les deja un buen dinero. No son los típicos nerds estereotipados por las películas norteamericanas de los ochenta y jamás pierden el tiempo. Tienen conciencia social —adhieren a la Free Culture y al CopyLeft— y saben programar, diseñar además de dominar al menos un par de idiomas. Son inteligentes, creativos, sensibles, vanidosos y casi no consumen medios tradicionales. Bajan películas y ven televisión por YouTube.
Un estudio de investigación sobre los adolescentes realizado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) a finales de 2007 arrojó que los alumnos exigen que las clases sean divertidas y prácticas y que no les interesa demasiado estudiar alguna carrera con salida laboral, sino algo que los estimule. Están acostumbrados a los horarios flexibles y se caracterizan por buscar nuevas experiencias constantemente.
En cuanto al consumo de medios, el 60% de los jóvenes de entre 12 y 20 años elige pasar más tiempo frente a una PC que frente al televisor. Principalmente, usan Internet para chatear y visitar blogs y fotoblogs ajenos y actualizar los propios (el 60% de ellos tiene alguno de los dos). Tienen, en promedio, cien contactos en sus mensajes instantáneos y la mitad de ellos son “amigos” virtuales con quienes nunca se vieron en persona. No imaginan su vida sin la tecnología ni tampoco, por supuesto, el celular. El principal uso que le dan al teléfono es el del mensaje de texto (SMS).5 Mientras que la media a nivel país se ubica en unos 167 SMS por mes en el segmento adolescente, los clientes de Personal de entre 15 y 17 años, envían más de 300 SMS promedio por mes. Guillermo Rivaben, Director de Marketing de Personal, explica: “Los adolescentes privilegian aquellos modos de comunicación que les permiten fortalecer sus redes sociales con amigos.
En ese sentido, los SMS se han transformado en parte de su cultura, como su herramienta de comunicación favorita. Además, los adolescentes son los usuarios que más nos desafían a encontrar aquellas alternativas de productos que les permitan sacar el mayor provecho de sus recursos económicos. Ellos son verdaderos smart users”.
Los ejemplos sobran. Pero las historias de Sebastián Molina y Diego González tienen bastantes puntos en común con las de muchos otros jóvenes de su edad.
Molina nació en Bolivia hace 22 años y estudia comunicación. En febrero de 2005 puso en marcha, junto a un grupo de amigos, mundoalreves.com, que incluye radio, televisión y diferentes proyectos para la inclusión digital entre los jóvenes, con la firme idea de reducir la famosa brecha digital (de la que todos los gobiernos hablan pero pocos hacen). También armó una productora de contenidos audiovisuales para la Web, bautizada Plan B (al igual que su blog personal). Fue uno de los impulsores del Encuentro Nacional de Bloguers, junto a la Comunidad Bloguera Boliviana. Además, en su ratos libres, Sebastián disfruta escribiendo poesía y ya lleva publicados dos libros.
Diego González tiene 25 años, estudió Administración de Sistemas en la UBA y fue desarrollador Web independiente hasta que se sumó a Keegy.com donde es el responsable del diseño y tecnologías. Como desarrollador independiente, entre otras cosas, creó MyComments (que avisa cuando se responden los comentarios que dejamos en otros blogs), 11feeds y U2B, para ver videos mientras se busca información y se comparte con otros usuarios. Además, desde que usa Apple, Diego (que siempre usa gorrita) armó el Mac User Group Argentina, una comunidad para ayudar a los que tienen dudas sobre el tema.

Zanoni, Leandro: El imperio digital., Buenos Aires : Ediciones B, 2008.
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Wikipedia
Hace poco más de siete años, Jimmy Wales tuvo una idea: desarrollar la mayor enciclopedia online, libre y gratuita gracias al aporte de cada usuario. Que cada persona pueda participar y colaborar colectiva y voluntariamente con su conocimiento sobre cualquier tema. Así nació Wikipedia (wiki: rápido en hawaiano; pedia: educación en griego), que ya reúne más de diez millones de artículos en 250 idiomas diferentes, que van desde el español, italiano, francés e inglés, hasta el ruso, sueco, japonés, esperanto y holandés.
El software wiki (desarrollado por Ben Kovitz) hace posible que miles de personas escriban, editen, amplíen y borren artículos de una forma simple y rápida.
Una de las innovaciones que aportó Wikipedia es el importante rol que les asigna a sus usuarios. “Wikipedia cuestiona el modelo del usuario como consumidor pasivo, proponiendo en su lugar un usuario-productor que modifica, corrige y mejora el producto, permitiendo a su vez que otros modifiquen, corrijan y mejoren”, explica en su blog (www.sinpermisos.info) Ángel Ferrero, un investigador catalán.
A pesar de que con frecuencia se ve envuelta en alguna polémica (datos falsos, derechos de autor, etc.) Wikipedia es, tal vez, el mayor emblema de la Web 2.0 y colaborativa. Su repentina popularidad provocó un espectacular crecimiento: según Alexa, figura entre los diez sitios web más visitados del mundo, junto a Google, Yahoo! eBay, Amazon y Microsoft, entre otros. Un informe de Hitwise de 2007 indicó que más de un tercio (36%) de los internautas estadounidenses usaban la enciclopedia y casi el 10 % lo hacía a diario.
En abril de 2008, La Fundación Wikimedia —que gestiona la enciclopedia sin fines lucrativos— tenía apenas 15 empleados y subsistía gracias a las donaciones desinteresadas de más de 45.000 personas que creen en el proyecto de Wales.

Show me the money

El buscador más usado del mundo recibe el pedido de 2.000 palabras por segundo y rastrea la información en más de 10.000 millones de sitios de todo el mundo. Cuando termine el 2008, habrá facturado 20.000 millones de dólares pero las búsquedas de los usuarios son gratuitas y en su famosa portada blanca y minimalista nunca hubo un aviso publicitario.
Las preguntas surgen rápidamente: ¿Cómo se financia Google? ¿De dónde gana tanto dinero? ¿Por qué está valuada en más de 150.000 millones de dólares?
La palabras claves de su modelo de negocio son dos: AdWords y AdSense. El sistema es bien simple: las empresas —en su mayoría PyMEs— pagan lo que ellas decidan para comprar palabras claves relacionadas a su negocio. El buscador después ubicará esos avisos en millones de sitios Web y blogs que contengan contenido relacionado con esas palabras. Por cada click en los anuncios, Google le cobra a la empresa anunciante y a su vez, a través del sistema Adsense, le paga un porcentaje a los dueños de los sitios y blogs asociados donde colocó el aviso.
El modelo cierra perfecto: Google fabrica los medios con Blogger y Pages, los nutre de contenidos con Google News y YouTube, los ordena y distribuye con su famoso buscador, nos estimula a alimentarlos con AdSense y finalmente los vende con AdWords.
Pero lo interesante del sistema publicitario de Google es que cualquiera puede pautar online. Desde cinco, diez mil o cien mil dólares, comprando palabras que alguien tipeará para encontrar lo que busca.

Zanoni, Leandro: El imperio digital., Buenos Aires : Ediciones B, 2008
Vanesa Bouza  Licenciada en Comunicación

sábado, 11 de septiembre de 2010

Henry Giroux sobre Stuart Hall

La obra de Stuart Hall presta un importante servicio teórico y político ante los ataques actuales contra la política cultural y lo intentos de desacreditar la función que los educadores pueden desempeñar como intelectuales públicos que trabajan en un conjunto diversificado de esferas públicas que se extienden desde la universidad hasta los medios de comunicación de masas.

Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003
Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación

viernes, 10 de septiembre de 2010

Inauguración

Comenzamos hoy una nueva sección llamada “Unos sobre otros” (U.S.O) en la que se expondrán metadiscursos. Es decir que incluiremos textos referidos a otros textos, aunque también textos referidos a personas…

¿Son las personas textos?

viernes, 3 de septiembre de 2010

Nuevas censuras, sutiles manipulaciones

¿Acaso los medios reflejan la realidad del mundo?
por Ryszard Kapuscinski

Las nuevas tecnologías han trastornado al periodismo; se han formado grandes grupos mediáticos con ambiciones planetarias; la instantaneidad y la noticia en directo han modificado las condiciones de investigación y el imperativo del rendimiento ha reemplazado a las más nobles exigencias cívicas. Pero en todas partes, otro periodismo, más preocupado por la verdad y el rigor, resiste en nombre de una sana concepción de la información y de la democracia.

En los debates sobre los medios se presta una atención excesiva a los problemas técnicos, a las leyes del mercado, a la competencia, a las innovaciones y a la audiencia. Y una atención insuficiente a los aspectos humanos. No soy un teórico de los medios, sino un simple periodista, un escritor que se consagra desde hace más de cuarenta años a recoger y procesar la información (y también a consumirla). Me gustaría dar a conocer las conclusiones a las que he llegado como resultado de mi larga experiencia en los medios.

Mi primera observación concierne a las dimensiones. Afirmar, como suele hacerse, que "la humanidad entera" está pendiente de lo que hacen o dicen los medios es una exageración. Incluso en el caso de un acontecimiento como la apertura de los Juegos Olímpicos, sus dos mil millones de telespectadores sólo representan un tercio de la población planetaria.

Otros megaeventos (mundial de fútbol, guerras, casamientos o exequias de grandes personalidades), son difundidos masivamente en las pantallas, pero sólo los miran un 10 o 20% de los humanos. Es cierto que esto representa una multitud gigantesca, pero no por cierto "la humanidad entera" . Cientos de millones de personas carecen de todo contacto con los medios. En diversas regiones de África, la televisión, la radio e incluso los diarios son inexistentes. En Malawi hay sólo un diario; en Liberia, dos, por otra parte casi nulos, pero nada de televisión.

En muchos países, la televisión funciona sólo dos o tres horas por día. Y en vastas extensiones de Asia -por ejemplo en Siberia, en Kazajstán o en Mongolia-existen relevos televisivos, pero los receptores de TV no permiten captar los programas… En la época de Leónidas Brezhnev, en los grandes espacios de la Siberia soviética los programas de radio occidentales ni siquiera eran interferidos, porque al carecer de receptores, nadie podía escucharlos.

Una gran parte de la humanidad sigue viviendo fuera del radio de influencia de los medios y no tiene ninguna razón para inquietarse por las eventuales manipulaciones mediáticas o por la mala influencia de los medios masivos. En muchos países, particularmente en América Latina y en África, la única función de la televisión es la de entretener. Hay televisores en los bares, en los restaurantes y en los hoteles. La gente tiene la costumbre de ir a los bares para tomar algo y mirar la tele. Y a nadie se le ocurriría la idea de exigirle seriedad a ese medio, o que tenga alguna clase de función educativa o informativa. La mayoría de los africanos o de los latinoamericanos no esperan de la televisión una interpretación seria del mundo, del mismo modo que nosotros no la esperaríamos de un circo.

Un cambio radical

La gran revolución de las nuevas tecnologías es un fenómeno reciente. Su primera consecuencia importante fue un cambio radical en el universo del periodismo. Pensemos en la primera reunión cumbre de los jefes de estado de África. Tuvo lugar en Addis-Abeba (Etiopía) en 1963. Para cubrirla llegaron periodistas de todas partes del mundo. Alrededor de doscientos enviados especiales y corresponsales de los grandes diarios internacionales, de agencias de prensa y de estaciones de radio. Algunos equipos de filmación grababan para las actualidades cinematográficas, pero no hubo ni un solo equipo de televisión. Éramos todos conocidos, sabíamos lo que cada uno estaba haciendo y hasta éramos amigos. Estaban presentes auténticos maestros de la pluma y verdaderos expertos en los grandes temas internacionales. Cuando lo pienso, me parece que fue la última gran reunión de periodistas del mundo, el fin de una época heroica en la que el periodismo era considerado como una profesión reservada a los elegidos, una vocación elevada, noble, que demandaba a quien se interesara en ella una dedicación plena, de por vida.

Desde entonces, todo ha cambiado. El relevamiento y la difusión de la información se ha transformado en una actividad que ejercen miles de personas en cada país. Las escuelas de periodismo se multiplicaron, formando año a año a recién llegados a la profesión. Antes, el periodismo era una misión, no una carrera. Hoy son incontables los individuos que practican el periodismo sin estar identificados con esta profesión o sin haber decidido consagrarle plenamente sus vidas o lo mejor de sí mismos. Para algunos es una especie de hobby, que pueden abandonar en cualquier momento para hacer alguna otra cosa. Muchos periodistas actuales podrían trabajar mañana en una empresa de publicidad, y pasado mañana ser agentes de cambio…

Las nuevas tecnologías provocaron una multiplicación de los medios. ¿Cuáles son las consecuencias? La principal es el descubrimiento de que la información es una mercancía, cuya venta y difusión puede traer importantes ganancias. Tiempo atrás, el valor de la información estaba asociado a diversos parámetros, particularmente al de la verdad. Se la concebía también como un arma a favor del combate político. Todavía está vivo el recuerdo de los estudiantes que en la época del comunismo quemaban en la calle ejemplares de los diarios del Partido Comunista al grito de "la prensa nos miente" . Hoy todo ha cambiado. El precio de una información depende de la demanda, del interés que suscita. Lo primordial es la venta. Una información se considera sin valor si no llega a interesar al gran público.

El descubrimiento del valor mercantil de la información desencadenó la afluencia de los grandes capitales hacia los medios. Los periodistas idealistas, esos dulces soñadores en busca de la verdad que antes dirigían los medios, han sido reemplazados por hombres de negocios a la cabeza de las empresas de prensa.

Todos los que frecuentan las redacciones de los diarios, de los canales de televisión o de las radios pueden constatar fácilmente este cambio. En otros tiempos, los medios estaban instalados en edificios de segunda categoría y tenían oficinas estrechas, oscuras y mal acondicionadas, donde hormigueaban unos periodistas andrajosos y sin un centavo, rodeados de montañas de archivos en desorden, de diarios y de libros. Hoy basta con ir a los locales de una gran cadena de televisión: los edificios son suntuosos palacios, todos de mármol y espejos. Modelos-recepcionistas guían al turista a través de largos corredores calafateados. Ahora esos palacios son el asiento de un poder del que en otros tiempos sólo disponían los presidentes o los jefes de gobierno. Ese poder está ahora en manos de los dueños de los nuevos grupos mediáticos.

Desde que se la considera una mercancía, la información ha dejado de estar sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Actualmente se rige por las leyes del mercado. Esta es la evolución más significativa entre todas las que han afectado al campo de la cultura. Consecuencia: los antiguos héroes del periodismo se han visto sustituidos por un impactante número de trabajadores de los medios, casi todos sumergidos en el anonimato. La terminología utilizada en Estados Unidos es reveladora del fenómeno: el media-worker suplanta frecuentemente al journalist.

La manada mediática

El mundo de los medios ha explotado de tal modo que comienza a tener vida propia, como una entidad autosuficiente. La guerra interna que se libra entre los grupos mediáticos se ha convertido en una realidad más intensa que la del mundo que los rodea. Importantes equipos de "enviados especiales" recorren el mundo. Forman una gran manada en cuyo seno los periodistas se vigilan unos a otros. Hay que conseguir la información antes que el vecino. El scoop1 o la muerte. Aunque muchos importantes acontecimientos tengan lugar simultáneamente en el mundo, los medios sólo cubrirán uno: el que haya atraído la atención de toda la manada.

Más de una vez formé parte de esa manada. Llegué a describirla en uno de mis libros2 y sé cómo funciona. La crisis provocada en 1979 por el secuestro de rehenes estadounidenses en Teherán es un ejemplo. Aunque en la capital de Irán en realidad no sucedía nada, miles de enviados especiales venidos del mundo entero se quedaron durante meses en esa ciudad. La misma manada se desplazó años más tarde al Golfo, durante la guerra de 1991, aunque no podía hacer nada en el lugar, porque los estadounidenses prohibían acercarse al frente. En el mismo momento, se estaban produciendo acontecimientos atroces en Mozambique y en Sudán; pero no conmovían a nadie, porque la manada estaba en el Golfo. En diciembre de 1991, en momentos del golpe de Estado, Rusia fue objeto de los mismos miramientos. Mientras los acontecimientos verdaderamente importantes -huelgas y manifestaciones- se desarrollaban en San Petersburgo, el mundo lo ignoraba, ya que los enviados de todos los medios no se movían de la capital, a la espera de que sucediera algo en Moscú, donde reinaba la mayor de las calmas.

Las nuevas tecnologías, sobre todo la telefonía móvil y el correo electrónico, han transformado radicalmente las relaciones entre los cronistas y sus jefes. Antes, el enviado de un diario, el corresponsal de una agencia de prensa o de una cadena de televisión disponía de una gran libertad y podía dar libre curso a su iniciativa personal. Buscaba la información, la descubría, la verificaba, la seleccionaba y le daba forma. Actualmente, y cada vez más, es sólo un peón a quien su jefe desplaza por el mundo desde sus oficinas, que pueden estar en el otro extremo del planeta. Ese jefe, por su parte, dispone de informaciones a su alcance, provenientes de una multitud de fuentes (cadenas de información continua, cables de agencias, Internet) y así puede tener su propia apreciación de los hechos, a menudo muy distinta de la del cronista que cubre el acontecimiento en el lugar. A veces el jefe no puede esperar pacientemente que el cronista termine su trabajo. Entonces es él quien informa al cronista del curso de los acontecimientos y lo único que espera de su enviado especial es que le confirme la idea que el jefe ya se ha hecho de todo el asunto. Muchos cronistas empiezan a tener miedo de buscar la verdad por sí mismos.

En México, un amigo mío trabajaba para las cadenas de televisión estadounidenses. Me lo encontré en la calle, filmando unos enfrentamientos entre los estudiantes y la policía. "¿Qué pasa, John? ", le pregunté. "No tengo ni la menor idea" , me contestó sin dejar de filmar. "Yo sólo registro, me conformo con captar imágenes; después las mando al canal que hace lo que quiere con este material" . La ignorancia de los enviados especiales sobre los acontecimientos que deben describir es a veces pasmosa. En ocasión de las huelgas de Gdansk de agosto de 1981, donde nació el sindicato Solidaridad, la mitad de los periodistas extranjeros que fueron a Polonia a cubrir el incidente no sabían situar a Gdansk (ex Danzig) en el mapamundi. Sabían todavía menos sobre Ruanda, en tiempos de las matanzas de 1994. La mayoría de ellos ponían por primera vez un pie en el continente africano y habían desembarcado directamente en el aeropuerto de Kigali, en aviones fletados por la ONU, sabiendo apenas dónde se encontraban. Casi todos ignoraban las causas y las razones del conflicto.

Pero los periodistas no son los culpables. Son las primeras víctimas de la arrogancia de sus patrones, los grupos mediáticos, las grandes redes de televisión. "¿Qué más pueden exigirme? ", me decía hace poco un camarógrafo del equipo de una gran cadena de televisión estadounidense. "¡En una sola semana, tuve que filmar en cinco países de tres continentes diferentes! ".

La historia según la TV

Esta metamorfosis de los medios plantea una pregunta fundamental: ¿cómo comprender el mundo? Hasta ahora, aprendíamos historia gracias al saber que nos dejaban como herencia nuestros ancestros, a lo que contenían los archivos y a los descubrimientos de los historiadores. Hoy la pantalla chica se ha transformado en la nueva (y prácticamente única) fuente de la historia, que destila la versión concebida y desarrollada por la televisión. Mientras el acceso a los documentos sigue siendo difícil, la versión difundida por la televisión, incompetente e ignorante, se impone sin que podamos impugnarla. El ejemplo más esclarecedor de este fenómeno puede ser Ruanda, país que conozco muy bien. Cientos de millones de personas en el mundo vieron a las víctimas de las cacerías étnicas acompañadas de comentarios que en su mayor parte eran completamente erróneos. ¿Cuántos telespectadores completaron esta visión remitiéndose a estudios competentes sobre Ruanda? El peligro está en que los medios se consumen con mucha más facilidad que los libros. La civilización se vuelve cada vez más dependiente de la versión de la historia que imagina la televisión. Una versión a menudo falsa y sin fundamentos. Con el paso del tiempo, el telespectador masivo sólo conocerá la historia "telefalsificada" , y sólo un pequeño número de personas tendrán conciencia de que existe otra versión más auténtica de la historia.

Rudolf Arnheim, gran teórico de la cultura, predijo ya proféticamente en los años 30 en su libro Film as Art3, que el ser humano confundiría al mundo tal como lo perciben sus sensaciones con el mundo interpretado por el pensamiento, y creería que ver es comprender. Pero esto es falso. La televisión -escribió Arnheim- "será una de las pruebas más rigurosas para nuestro conocimiento. Podrá enriquecer nuestras mentes, pero también podrá aletargarlas" . Tenía razón. La televisión utiliza la confusión, generalmente inconsciente, entre ver y saber, entre ver y comprender, para manipular a la gente. En una dictadura, se recurre a la censura; en una democracia, a la manipulación. El blanco de las agresiones es siempre el mismo: el ciudadano medio. Cuando los medios se refieren a sí mismos, enmascaran el problema de fondo con la forma, reemplazan la filosofía con la técnica. Se preguntan cómo editar, cómo redactar o cómo imprimir. Discuten problemas de montaje, de bases de datos, o de la capacidad de los discos rígidos. En contrapartida, nadie cuestiona el contenido de lo que se quiere editar, redactar o imprimir. El problema del mensajero es reemplazado por el del mensaje. Desgraciadamente, como se lamentaba Marshall McLuhan, el mensajero tiende a transformarse en el contenido del mensaje.

Tomemos el ejemplo de la pobreza en el mundo, que sin lugar a dudas es el mayor problema de este fin de siglo. ¿Cómo lo tratan las grandes redes de televisión? La primera manipulación consiste en presentar la pobreza como sinónimo del drama del hambre. Pero dos tercios de la humanidad viven en la miseria, en razón de una distribución desigual de las riquezas en el mundo. La hambruna, por su parte, aparece en ciertos momentos y en lugares muy precisos, ya que se trata de un drama de dimensión generalmente local. Además, sus causas suelen deberse la mayoría de las veces a cataclismos como sequías o inundaciones y a veces también a las guerras. Es preciso agregar que los mecanismos de lucha contra el hambre -en tanto flagelo imprevisto y puntual- son relativamente eficaces. Para combatirla, se utilizan los excedentes de alimentos de que disponen los países ricos, que son enviados masivamente allí donde la necesidad se hace sentir. Lo que nos muestran en las pantallas de la televisión son operativos de lucha contra el hambre, como los de Sudán o Somalía. En cambio, no se pronuncia una sola palabra sobre la necesidad de erradicar la miseria mundial, endémica y generalizada.

La segunda estratagema utilizada por los manipuladores de la miseria es su presentación en programas de carácter geográfico, etnográfico y turístico, que llevan a descubrir regiones exóticas del planeta. De esta forma, la miseria es asimilada al exotismo y la televisión filtra el mensaje de que los lugares predilectos de la miseria son las regiones exóticas. Vista desde esta perspectiva, la miseria aparece como un fenómeno curioso, una atracción casi turística. Imágenes de ese tipo abundan particularmente en canales temáticos como Travel, Discovery, etc.

La última artimaña de esos manipuladores consiste en presentar a la miseria como un dato estadístico, un parámetro trivial del mundo real. Una concepción tal de la miseria la consagra a la eternidad; el ser humano no puede experimentarla sino como una amenaza para la civilización puesto que debe aprender a vivir con ella.

Volvamos al punto de partida: ¿los medios reflejan el mundo? Lamentablemente, lo hacen de una manera muy superficial y fragmentaria. Se concentran en las visitas presidenciales o en los atentados terroristas; e incluso estos temas parecen interesarles cada vez menos. Durante los últimos cuatro años, la audiencia de los informativos de la televisión de las tres principales cadenas estadounidenses cayó del 60 al 38% del total de los espectadores. El 72% de los temas son de carácter local y tratan sobre violencia, drogas, agresiones y delitos. Consagran sólo el 5% de su tiempo a la información internacional; y muchas ediciones llegan a pasar por alto estos temas. En 1987, la edición estadounidense del semanario Time dedicó 11 portadas a temas internacionales; diez años más tarde, en 1997, sólo una. La selección de la información se basa en el principio: "cuanta más sangre, más se vende"4.

Un periodismo que resiste

Vivimos en un mundo paradójico. Por un lado, nos dicen que el desarrollo de los medios de comunicación unió entre sí a todas las regiones del planeta para formar una "aldea global" ; y por otra parte la temática internacional ocupa cada vez menos espacio en los medios, oculta por la información local, por los titulares sensacionalistas, por los chismes, el people y toda la información-mercancía.

Pero seamos justos, la revolución de los medios está en su apogeo. Se trata de un fenómeno reciente en la civilización humana; demasiado reciente como para haber podido producir los anticuerpos necesarios para combatir las patologías que genera: manipulación, corrupción, arrogancia, veneración de la pornografía. La literatura sobre los medios es a veces muy crítica, a menudo también implacable. Tarde o temprano esta crítica ejercerá su influencia, al menos parcialmente, sobre el contenido de los medios.

Además, hay que reconocer que muchas personas se sientan delante del televisor porque esperan ver exactamente lo que la televisión les ofrece. Ya en los años 30, el filósofo español Ortega y Gasset escribió en su libro La rebelión de las masas que la sociedad es una colectividad de personas satisfechas de sí mismas, de sus gustos y de sus elecciones.

Por último, el mundo de los medios es diverso. Es una realidad con varias capas. Al lado de los "medios-chatarra" , hay otros formidables: existen algunos prodigiosos programas de televisión, excelentes emisiones de radio y periódicos notables. Para quien desea una información honesta, de reflexión profunda y fundada sobre sólidos conocimientos, no faltan los medios. A veces es difícil disponer del tiempo necesario para asimilar la oferta existente. A menudo se vilipendia a los medios para justificar el letargo en el que están sumergidas nuestras propias conciencias, y nuestra pasividad.

Y nadie ignora que en las redacciones de los diarios, en los estudios de radio y de televisión, hay periodistas sensibles y de gran talento, gente que estima a sus contemporáneos, que considera que nuestro planeta es un lugar apasionante, que vale la pena conocer, comprender y salvar. La mayor parte del tiempo esos periodistas trabajan dando prueba de abnegación y devoción, con entusiasmo y espíritu de sacrificio, renunciando a las facilidades, al bienestar, llegando incluso a descuidar su seguridad personal. Con el único objetivo de dar testimonio del mundo que nos rodea, de la multitud de peligros y esperanzas que esconde.

NDLR: (Este texto retoma lo esencial del discurso pronunciado por el autor en Estocolmo, el 19-11-98, en el transcurso de la ceremonia de entrega de los premios nacionales de periodismo Stora Jurnalstpriset.)

1. La palabra scoop es un anglicismo que designa la información dada en exclusividad por un medio.

2. D'une guerre l'autre, Flammarion, París, 1998.

3. Traducción francesa: Le Cinéma est un art, éditions de l'Arche, París, 1989. Véase también de Rudolph Arnheim, La Pensée visuelle, Flammarion, París, 1976.

4. Serge Halimi, "Un journalisme de racolage" , Le Monde diplomatique, París, agosto de 1998.

Le Monde Diplomatique y Capital intelectual S.A Número 3 – Septiembre de 1999

Periodismo e historia

Ser historiador es mi trabajo (...) Estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo (...) Todo periodista es un historiador.

Vanesa Bouza Ciencias de la Comunicación
Ryszard Kapuscinski

Periodismo

(...) en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico.


Ryszard Kapuscinski

jueves, 2 de septiembre de 2010

Difusión e ilusionismos

“… La democratización de la cultura entendida como difusión del patrimonio cultural por todas las capas de la sociedad era doblemente ilusoria: en primer lugar, porque la cultura no es un conjunto homogéneo que pueda asimilarse a un patrimonio sino una realidad contradictoria portadora, en su esfera, de intereses de clase y de fracciones de clase; en segundo lugar, porque la difusión, concebida como distribución igualitaria de la cultura a todo el mundo, se enfrentaba, en realidad, con la segregación cultural existente. Como escribía Pierre Gaudibert en un libro que contribuyó enormemente a deshinchar el globo de la salvación social a través de la cultura: “Las casas de la cultura están legalmente abiertas a todo el mundo, y eso basta para hacer creer que su frecuentación es libre; en el mejor de los casos, se mantiene la ilusión de que el Estado puede compensar los desequilibrios de la sociedad civil, como si estuviera al servicio del interés general y fuera capaz de transformar la igualdad formal en igualdad real. Ahí están el marxismo y la sociología crítica para desengañar y mostrar sin descanso que esta libertad es ilusoria, que el acceso a los espacios culturales está regulado por las desigualdades de producción y de clases en el seno de una formación social determinada”.
      Estas desigualdades, que en algunos casos hacen “natural” y en otros “imposible” el acceso a la cultura, están constituidas esencialmente por las diferencias de capital cultural y escolar que funcionan respecto a las posibilidades reales de un individuo como un sistema de selección. Cuanto más elevado es el doble capital, mayores son las posibilidades de acceso a las prácticas culturales.”
 Vanesa Bouza Sociología
Mattelart, A y Piemme, J.M: La televisión alternativa, Editorial Anagrama, 1981. Pág 75

Cultura empresarial y escuela

Los defensores de la cultura empresarial ya no consideran la educación pública en relación con su función cívica, sino, sobre todo, como una operación comercial en la que el consumismo es la única forma de ciudadanía que se ofrece a los jóvenes. En adelante, sostengo que la reducción de la educación pública a los imperativos ideológicos del orden empresarial va en contra de las demandas sociales críticas de educar a ciudadanos para que sostengan y desarrollen unas identidades, relaciones y esferas públicas democráticas inclusivas. Se basa este análisis en la premisa de que la lucha para reivindicar las escuelas públicas debe considerarse como un elemento de una batalla más general por la defensa de la cultura de los niños y el bien público. En el centro de esta lucha está la necesidad de oponerse a la influencia siempre creciente del poder y la política empresariales.

La transformación empresarial de la educación pública ha tomado un rumbo diferente a medida que nos hemos ido acercando al siglo XXI. Ya no basta con defender que se apliquen los principios empresariales a la organización de la escuela; las fuerzas de la cultura empresarial han adoptado un plan mucho más radical. En este plan, ocupa un lugar central el intento de que la educación pública deje de ser un bien público, que beneficie a todos los estudiantes, para transformarla en un bien privado, diseñado para ampliar los beneficios de los inversores, educar a los estudiantes como consumidores y adiestrar a los jóvenes para los trabajos mal remunerados del nuevo mercado global.
Vanesa Bouza Sociología
Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Niños amenazantes

La teórica de la antropología Sharon Stephens afirma de forma convincente:

´Hay una conciencia creciente sobre los niños en situación de riesgo. Sin embargo, lo que quiero dejar claro aquí es que también existe una sensación creciente de que los mismos niños son el riesgo y, en consecuencia, hay que eliminar a algunos niños, como personas fuera de lugar y exceso de población, mientras que a otros hay que controlarlos, reconfigurarlos y aprovecharlos para los cambiantes fines sociales. De ahí el carácter central de los niños en la política contemporánea de la cultura, tanto en calidad de figuras simbólicas como en la de objetos de formas discutidas de socialización´.*

Aunque se considere que algunos niños están en "situación de riesgo", cada vez hay más chicos a los que se considera una amenaza importante para la sociedad adulta..."

Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003
* Sharon Stephens: "Children and the Politics of Culture in 'Late Capitalism'", en: Sharon Stephens (ed.): Ciiildren and the Politics of Culture. Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1995, pág. 13.
Vanesa Bouza  Lic. Ciencias de la Comunicación

Hegemonía

"Toda relación de 'hegemonía' es necesariamente una relación educativa".
Vanesa Bouza Sociología
Antonio Gramsci: Selections from the Prison Noteboot s, trad, al inglés y ed. por Quintín Hoare y Geoffrey Nowell Smith. Nueva York: International Publistiers, 1971, pág. 350. (Trad, cast.: Cartas desde ia cárcel. Madrid. Cuadernos para el Diálogo, 1975.)