lunes, 21 de febrero de 2011

La Comunicación es más fuerte que la Acción (fragmento)

La comunicación es un modo de acción. Y la acción un modo de comunicación.

Comunicar una acción es más fuerte y más recordado que la acción misma, porque la propaga y la inscribe en la memoria social.

Cualquier decisión, cualquier actuación que se emprenda, además de ser realizada tiene que ser comunicada.

Por tanto, actuar sin comunicar -o comunicarlo mal- seria tan insensato como comunicar y no actuar.

Ya hemos señalado, que “toda acción comunica”, se quiera o no. Y que “toda comunicación es un modo de acción”.

La naturaleza de la acción, es diferente de la naturaleza de la comunicación.

Podemos decir que los actos son “hechos”, cosas que hacemos, y eso tiene todas las características de un “fenómeno”. Se produce en un lugar y en un momento determinado: el hecho está allí, estático.

El fenómeno no se explica por sí sólo a los individuos: simplemente éstos lo perciben porque “ocurre“, y lo interpretan a su manera, aunque no siempre como quisiéramos. Además, la percepción del hecho es una experiencia individual, y cada uno le da su sentido, su interpretación..

Además de esto, el hecho desaparece y la comunicación permanece, en forma de un documento o de una memoria artificial, en las hemerotecas, las videotecas, las memorias de los ordenadores; pero también, en forma de un recuerdo en el imaginario social.

La comunicación extiende el acto y lo propaga, desde un punto a muchos puntos de destino.

La comunicación transporta información sobre el hecho comunicado, le confiere sentido, lo enriquece con argumentos y valores. Y transforma las opiniones personales en una opinión generalizada y significativa: la “opinión pública”.

La acción es productora de realidad. La comunicación es productora de sentido y de extensión.

La trascendencia y el significado de los hechos, no depende, pues, tanto de ellos mismos, sino del hecho de comunicarlos. Por eso, la comunicación de la cosa real es más rica, más interesante, convincente y movilizadora que la misma cosa en sí.

¿Cómo no reconocer, en esta fuerza múltiple y manejable que es la comunicación, un valor principalmente estratégico?

El pensamiento estratégico tradicional ha infravalorado la comunicación en favor de la acción productiva. Se han centrado en la ciencia económica, organizativa y en el productivismo, olvidando -paradójicamente- el componente sociológico, movilizador e integrador de la comunicación.

La comunicación aplicada posee una condición triple, lo que la hace precisamente estratégica:

La comunicación es más fuerte que la acción porque posee tres condiciones que son exclusivas, poderosas por separado y más aún cuando operan en conjunto:

es proyectual, es decir, conceptualmente prospectiva, estratégica y creativa;

es vectorial, porque a la vez que define y proyecta la acción, la impulsa y la conduce;

es instrumental, porque actúa, y sus efectos generan significados y valores, y ponen las herramientas para la realización, la difusión y el control de sí misma.

Pero, hoy por hoy, la gran mayoría de las empresas e instituciones sólo entiende la comunicación en su función instrumental. Sólo en tanto que “herramienta”, es decir, la comunicación polarizada en técnicas, como la publicidad, las relaciones públicas, el diseño, la edición y los medios. Lo cual es un reduccionismo.

Acción y comunicación son inseparables de la actividad total y continua de las empresas y de las instituciones, y constituye su “discurso global”.

Comunicar es actuar junto con la acción realizadora. Actuar y comunicar es indisociablemente una misma cosa.

Pero hay más. El poder de la comunicación es considerable. La comunicación es ese triple instrumento que ya se ha hecho autónomo de lo real. La comunicación ya no se reduce a comunicar las cosas, los hechos y los valores. Ella también los crea.

Ya no habría diferencia entre realidad real y realidad comunicada. La comunicación genera realidades al mismo tiempo que las propaga.

Por todo este conjunto de razones, la comunicación es más fuerte que la acción.

© Joan Costa
Comunicólogo Consultor

Texto extraído de:
http://www.com-elisava.com/files/docs/DC_Costa_Comunicacion_Accion.pdf
Vanesa Bouza Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA)

sábado, 12 de febrero de 2011

Soledades Interactivas

Con Internet, hemos entrado en lo que yo llamo la era de las soledades interactivas.
En una sociedad donde los individuos se han liberado de todas las reglas y obligaciones, la prueba de que hay soledad es real, del mismo modo que es dolorosa la evidencia de la inmensa dificultad que existe para entrar en contacto con los demás. Se puede ser un perfecto internauta y tener las mayores dificultades para entablar un diálogo con el vecino del cibercafé. Los profesores siempre lo han dicho y nunca se les ha escuchado: los mejores aprendices de los ordenadores son, por una parte, los buenos alumnos y, por otra, el inmenso grupo de personas que tienen dificultades para relacionarse. El símbolo de esta suma (que va en aumento) de las soledades interactivas se ve en la obsesión creciente de muchos por estar siempre localizables: es el caso del teléfono móvil y de Internet. ¡Miles de individuos se pasean así, con el móvil en la mano, el correo electrónico conectado y el contestador como último sistema de seguridad! Como si todo fuera urgente e importante, como si tuviéramos que morir si no estamos localizables en todo momento. Por el contrario, vemos dibujarse extrañas angustias en ellos, como no recibir bastantes llamadas o no ver llegar correo electrónico. No sólo la multiconexión no garantiza una mejor comunicación, sino que, además, deja intacta la cuestión del paso de la comunicación técnica a la comunicación humana. Efectivamente, siempre llega un momento en que es preciso apagar las máquinas y hablar con alguien. Todas las competencias que tenemos con las tecnologías no conllevan para nada una competencia en las relaciones humanas.

Dominique Wolton, “Las nuevas tecnologías, el individuo y la sociedad” en Internet ¿y después? , Barcelona, Gedisa, 2000
Vanesa Bouza Ciencias de la Comunicación Sociología