domingo, 26 de diciembre de 2010

Siempre se infunde miedo en nombre del bien

DIALOGO CON EL INTELECTUAL FRANCES PAUL VIRILIO

Aun antes de que la extrema velocidad de Internet revolucionara la vida cotidiana de todo el planeta, Virilio teorizaba sobre los riesgos que la velocidad implica para la democracia y los derechos humanos. En su último libro, La administración del miedo, analiza los mecanismos de control político que el poder utiliza para gestionar a la sociedad.

Por Eduardo Febbro

Desde París

La velocidad destruye. En una suerte de paradoja vinculante donde se combinan el progreso y la catástrofe, la velocidad y su corolario de soportes técnicos han interconectado al mundo al mismo tiempo que creado una peligrosa simultaneidad de emociones. Esta es la tesis central que, con una anticipación sorprendente, viene argumentando el urbanista y pensador francés Paul Virilio. Antes de que la extrema velocidad de Internet se instalara en la vida cotidiana de casi todo el planeta, Paul Virilio intuyó el riesgo intrínseco en el corazón de esa hipercomunicación y los desa-rreglos profundos que acarrean el desarrollo tecnológico y la velocidad. La férrea crítica que Paul Virilio despliega le valió el apodo de “pensador y promotor de la catástrofe”. El intelectual francés, hijo de un comunista italiano refugiado, no niega sin embargo la validez de los progresos, sino que propone una suerte de reflexión sobre el tiempo, una filosofía política para pensar y controlar la velocidad. Hombre afable, de frases cortas y contundentes, Virilio acota que “la velocidad de las transmisiones reduce el mundo a proporciones ínfimas”, al tiempo que la rapidez reemplazó la uniformización de las opiniones por “la uniformización de las emociones”. Para Virilio, los conceptos de democracia y derechos humanos están en peligro. El uso actual de la tecnología conduce a una reactualización del totalitarismo. La velocidad es poder, poder de destrucción, poder que inhibe la posibilidad de pensar. En su último libro, La administración del miedo, el ensayista francés apunta hacia otro de los mecanismos de control político con que el poder gestiona las sociedades humanas: el miedo. Miedo a la bomba atómica, miedo al terrorismo, y el miedo verde, el temor ante el agotamiento de los recursos naturales y al desastre ecológico.

Muchas de las ideas enunciadas por Paul Virilio casi a finales de los años ’70 se vieron repentinamente actualizadas con los atentados del 11 de septiembre. Las sociedades escatológicas anticipadas por el autor, la camisa de fuerza tecnológica que los Estados pusieron en los individuos, la velocidad como factor totalitario y adormecedor, la irreflexión de los medios y el flujo interrumpido de imágenes y emociones tan instantáneas como universales pasaron a formar parte de nuestra realidad. Televigilancia, trazabilidad de los individuos, control de la información, procedimiento de simulación de la realidad para tapar lo real no son ideas negras sino la luminosa realidad que nos encandila. Virilio propone un antídoto irónico: crear un “Ministerio del Tempo” para, como en la música, regular los ritmos de la vida.

La dictadura de la velocidad

–Usted se interesó de forma muy temprana en el fenómeno de la velocidad, incluso antes de que su realidad irrumpiera en nuestro mundo. Uno de sus libros más famosos, Velocidad y política, data de 1977. ¿Qué lo llevó a intuir con tanta anticipación que la velocidad iba a convertirse en un actor central de la vida humana, al que usted llama “una potencia de destrucción”?

–Hay dos elementos. Yo nací en el año ’38 y, por consiguiente, soy hijo de la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto encontramos dos datos que me marcaron mucho. Lo que se llamó “la guerra relámpago” y la Shoá. No se puede comprender nuestra época sin la clarividencia funesta de la guerra total, es decir la exterminación masiva de las poblaciones civiles durante los bombardeos, y también en los campos de concentración. Lo que vivimos hoy se desprende de la importancia de la velocidad en estos acontecimientos. El revés del ejército polaco, el revés del ejército francés y los países invadidos en pocos días son un reflejo de esa velocidad. Soy entonces un hijo de esa guerra relámpago, de la guerra en alta velocidad.

Todo mi trabajo y el interés que presté a la aceleración me llevaron a comprender hasta qué punto la velocidad era un elemento determinante de la historia moderna, es decir, de la historia de la Revolución Industrial.


–Usted sugiere que hoy estamos bajo una suerte de dictadura de la velocidad.


–Totalmente, y tanto más cuanto que hemos pasado de la velocidad móvil, es decir de la velocidad de los tanques, de los autos y de los aviones supersónicos, a la velocidad de la luz, a la velocidad de las ondas electromagnéticas. Estas ondas vehiculan la información, las comunicaciones, y, sobre todo, la interactividad. Esto significa que nuestra sociedad no es una sociedad activa sino interactiva, o sea, la sociedad actual pone en funcionamiento la velocidad de las ondas electromagnéticas para interactuar. No se puede comprender la globalización sin esta aceleración absoluta en todos los campos, incluido el campo financiero. La crisis financiera mundial que estalló en 2008 no es sólo un problema financiero, sino un derivado de la velocidad. Las cotizaciones automatizadas entre bancos, realizadas por plataformas automáticas, jugaron un papel central en la crisis. El factor de todo esto ha sido la velocidad: la velocidad domina, la velocidad de la luz, de las ondas se impusieron sobre la velocidad de los móviles, del transporte, de los medios de transmisión tradicionales. Es imposible comprender la realidad del mundo sin esta configuración. En los años ’40 se hablaba de la aceleración de la historia, hoy estamos ante la aceleración de lo real, la aceleración de la realidad. Todos los sectores de nuestra civilización están afectados por la aceleración de lo real. Es una evidencia que aún no ha sido reconocida plenamente.


–Hannah Arendt decía que la dictadura se plasma en una suerte de velocidad del movimiento.


–El terror es la concretización de la ley del movimiento. El terror es indisociable de la velocidad. La temática de la velocidad es también la cuestión de la sorpresa, y la sorpresa es el miedo. Cuando alguien nos toma por sorpresa decimos “ay, qué susto me diste”. La velocidad absoluta y la sorpresa están íntimamente ligadas. Se trata de un fenómeno de pánico, un fenómeno que se refiere al terror. Nuestra época es muy singular. Nuestra percepción del tiempo y de las distancias ha sido trastornada. La Tierra es demasiado estrecha para cualquier forma de progreso. La velocidad de las transmisiones reduce el mundo a proporciones ínfimas.

 

La sincronización de las emociones

–Otra de las características que usted pone de relieve en nuestra modernidad, o en nuestra actualidad, es la sincronización de las emociones. Todos sentimos casi lo mismo, en el mismo momento.


–Absolutamente. Las sociedades de antes estaban bajo el signo de la estandarización de las opiniones. Si tomamos como referencia la Revolución Industrial nos encontramos con la estandarización de los productos, lo que llamamos la industria, y también de las opiniones. A través del desarrollo de la prensa y de los medios de comunicación se operó una uniformización de las opiniones públicas. Ahora, hoy, con la interactividad, ya no se trata más de la uniformización de las opiniones, sino de la sincronización de las emociones. Estamos ante una sociedad en donde la comunidad de emociones reemplaza la comunidad de intereses. Se trata de un acontecimiento político prodigioso. Las sociedades vivieron bajo el régimen de la comunidad de intereses, de allí la estructura de las clases sociales, los ricos y los pobres, el marxismo, etc., etc. Hoy vivimos bajo el régimen de una comunidad de emoción, estamos en lo que he llamado un comunismo de los afectos: resentir la misma emoción, en el mismo instante. El 11 de septiembre de 2001, delante de una catástrofe telúrica equivalente a un terremoto o un tsunami, el planeta estuvo en la misma sintonía de emoción. Es un acontecimiento político inédito en la historia de la humanidad. Se trata de un acontecimiento pánico que pone en tela de juicio la democracia. La tiranía del tiempo real representa una amenaza considerable que no ha sido tomada en cuenta. Se hacen bromas sobre la telerrealidad y esas cosas, pero este fenómeno nada tiene que ver con la telerrealidad. ¡Ocurre que se ha llegado a sincronizar a la misma realidad!


–¿En qué sentido esta sincronización de las emociones pone en peligro la democracia?


–La democracia es la reflexión común y no el reflejo condicionado. No existe opinión política sin una reflexión común. Pero hoy lo que domina no es la reflexión sino el reflejo. Lo propio de la instantaneidad consiste en anular la reflexión en provecho del reflejo. Cuando me invitan a un debate en la televisión, me dicen: “Qué bien, usted trabaja desde el año ’77 en los fenómenos de velocidad. Tiene un minuto para explicarme todo eso”. No es posible. Estamos ante un fenómeno reflejo, pero la democracia reflejo es una imposibilidad, no existe. Lo mismo ocurre con la confianza. Las Bolsas están en crisis, porque hay una crisis de la confianza. ¿Y por qué hay una crisis de confianza? Porque la confianza no puede ser instantánea. La confianza en un sistema político o financiero no es automática. La opinión tampoco puede ser instantánea. Ahora bien, los sistemas administrados por los políticos, incluido el sistema financiero, son fenómenos que tienden hacia el automatismo. La automatización es todo lo contrario de la democratización.

La lentitud y la aceleración

–Podemos pensar que existen dos mundos paralelos: el mundo de la lentitud, el mundo primitivo, que está fuera de la burbuja tecnológica, y el mundo de la velocidad, el mundo desarrollado expuesto sin freno a la atracción de la velocidad.


–En primer lugar, quiero decir que el mundo de la velocidad instantánea conduce a la inercia. De alguna manera, la lentitud de las sociedades antiguas anuncia la inercia de las sociedades futuras. La rapidez absoluta conduce a la inercia y la parálisis. La interactividad prescinde del desplazamiento físico y de la reflexión, por consiguiente, el incremento constante de la velocidad nos llevará a la inercia. El problema ya no concierne tanto a la lentitud o la velocidad, sino que concierne a la inteligencia del movimiento. Cuando me preguntan “¿Acaso hay que aminorar?, yo respondo: No, hay que reflexionar”.


–¿Y cuál es el punto central de esa reflexión?


–Debemos reflexionar sobre el ritmo. Como en la música, nuestra sociedad debe reencontrarse con el ritmo. La música encarna perfectamente una política de la velocidad. A través de los tempos, el ritmo, la música es la encarnación misma de la política de la velocidad. Debemos elaborar una musicología de la vida. El problema no consiste tanto en aminorar la velocidad, sino en inventar ritmos sociales, políticos o económicos que funcionen. De lo contrario terminaremos en la inercia, es decir, en la lentitud y la parálisis más grandes que las de las sociedades del pasado, las sociedades sedentarias, rurales. De hecho, no necesitamos una visión revolucionaria sino una suerte de fuerza de revelación.


–Las reglas del juego planteadas hoy tornan, sin embargo, imposible retroceder ante la velocidad.


–Yo no expongo un trabajo retrospectivo sobre el bienestar del pasado, sino una reflexión sobre el porvenir. Soy un progresista. Por ello no hablo de desacelerar sino de elaborar una inteligencia del movimiento, una suerte de economía política de la velocidad. Esto consiste en reencontrarse con el tempo. El descontrol del tempo hizo volar en pedazos el sistema de producción y de trabajo. Las consecuencias de esta desregulación del tempo las constatamos en la empresa France Telecom, donde los empleados se suicidan. Nos falta el ritmo. Todas las sociedades antiguas eran rítmicas: estaban la liturgia, las fiestas, las estaciones, la alternancia del día y de la noche, el calendario, etc., etc. Pero con la aceleración de lo real hemos perdido esta organización rítmica. Vivimos en una sociedad caótica. La velocidad redujo el mundo a nada. El mundo es demasiado pequeño para el progreso, demasiado pequeño para la instantaneidad, la ubicuidad. Esta es una de las grandes cuestiones políticas y uno de los grandes planteos de mañana en materia de derechos humanos.

 

El control del mundo por el miedo


–Su último libro, La administración del miedo, le agrega a la velocidad otro factor de control: usted afirma allí que el miedo es un arte para gobernar.


–Estamos ante un acontecimiento cósmico. La raíz del miedo es lo que se llamó el equilibrio del terror, el miedo al fin del mundo engendrado durante la Guerra Fría. Podemos decir que el primer gran miedo de destrucción masiva tiene 40 años y remonta al proyecto de instalación de misiles en Cuba, en los años ’60. En 2001 entramos en otra fase, que es el desequilibrio del terror. De pronto, con los atentados del 11 de septiembre, el desequilibrio se convierte en un terrorismo ciego, que puede golpear en cualquier momento y en cualquier lugar con una potencia colosal. Aún nos encontramos en ese desequilibrio del terror. Un puñado de individuos desarmados puede causar tanto daño como un ejército. Un grupo de hombres puede así provocar desastres considerables con un mínimo de medios. El tercer gran miedo que nos acecha es el del agotamiento de los recursos naturales. La Tierra es demasiado pequeña para el progreso y sus recursos pueden ser insuficientes de cara al porvenir. Vivimos con esos miedos. La angustia, la desesperanza, el carácter suicidario de muchos jóvenes tienen mucho que ver con esta dominación del miedo sobre nuestras conciencias. Nos enfrentamos a un fenómeno de pánico globalizado.


–Usted tiene una interpretación diferente de la ecología, muy crítica. No la califica como una ideología totalitaria, pero sí con los rasgos de un instrumento que está ahí para dar miedo.


–El miedo ecológico se suma al miedo que engendró la Guerra Fría, al miedo que instaló el terrorismo. No estoy en contra de la ecología, para nada. La ecología es necesaria para preservar la Tierra. Pero no se puede aceptar lo que plantea el discurso ecológico actual, es decir, una suerte de difusión de miedo global. No olvidemos que existe una constante: ¡siempre se infunde miedo en nombre del bien! Hay que evitar eso. Los ecologistas están tentados de convencer mediante el miedo. El discurso ecológico debe imperativamente ampliar su campo y relacionar la ciencia del medio ambiente con la filosofía, con las ciencias humanas, con la democracia. Detrás de la ecología hay una ideología amenazante, que es la del espacio vital. Cuando se piensa en el nazismo se lo asocia con el racismo, pero no con la dimensión del espacio vital. Los nazis ponían carteles que decían: “Bosque prohibido a los judíos”. Se trataba de un espacio vital. Si queremos una ecología humana, humanitaria, debemos desconfiar de la dimensión vitalista propia al nazismo. No estoy en contra de la ecología, para nada.

Pero, como hijo de la guerra total, recuerdo esa noción de espacio vital que fue el resorte de la Segunda Guerra Mundial.


–La gestión del miedo –a la bomba, al desastre ecológico, al terrorismo, al de-sempleo, al inmigrante, a la inseguridad– se ha vuelto el principal instrumento de gestión política. De esa estrategia nació otra amenaza: la vigilancia, el seguimiento, la trazabilidad de los individuos.


–Ello explica el desarrollo de la televigilancia, las propuestas para recabar las huellas de los individuos. Hasta podemos pensar que, mañana, la noción de identidad, de documento de identidad, será remplazada por la trazabilidad de las personas. Una vez que se controlan todos los movimientos de un individuo, la cuestión de su identidad pierde todo interés. Basta con recabar informaciones sobre sus movimientos y la velocidad para localizar la persona o el producto. La trazabilidad es un elemento inquietante de la vigilancia. El miedo siempre ha sido un instrumento para gobernar.


–En La administración del miedo usted resalta que la propaganda en torno de ese gran Eldorado que son las nuevas tecnologías es también vector del miedo porque duerme a la gente.


–Albert Einstein decía: “Nuestra tecnología sobrepasó nuestra humanidad”. Resulta obvio que las tecnologías representan hoy una amenaza en la medida en que no controlamos el progreso. Los adelantos tecnológicos han dejado de estar controlados por la humanidad.


–A fuerza de velocidad, de miedo, de tecnología, de metas eficaces, de aspiración a resultados, de estrategias de gestión, el sueño tecnológico de un ser humano mejor desembocó en una humanidad amenazada por las propias máquinas que crea.


–Sí, sin dudas. El hombre empieza a estar de más. Asistimos ahora a una reactivación económica sin empleo. Ya se habla de inactivos crónicos y no de desempleados coyunturales. La carrera hacia la productividad reemplaza a los productores, es decir, el trabajo del ser humano. Nuestra civilización está amenazada. El respeto de los derechos humanos está en tela de juicio. Necesitamos un esquema de pensamiento distinto para evitar la catástrofe. Nos hace falta elaborar un pensamiento político de la velocidad.

efebbro@pagina12.com.ar

Extraído de Página 12, 20 de noviembre de 2010 ( http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/index-2010-11-20.html)

lunes, 27 de septiembre de 2010

Descubrimientos y comunicación

A lo largo de la evolución humana los descubrimientos y los avances tecnológicos han ido modificando la forma de comunicación y de acceso al saber y a la cultura, así como el modo de vivir y de entender la realidad. De esta forma, a partir de la comunicación oral, único medio natural de comunicación del hombre primitivo, se idearon nuevas formas simbólicas de comunicación que evolucionaron hasta llegar a la escritura. La invención de la escritura y más tarde, en el Renacimiento, la invención de la imprenta constituyeron dos revoluciones culturales que conmocionaron el mundo y cambiaron los parámetros de acceso al conocimiento, como atestigua la historia. (Crowley y Heyer, 1997: 140)

Con relación a la primera, la invención del alfabeto fonético, base del código escrito, supuso la creación del sistema de comunicación con más alto grado de desarrollo de la civilización occidental, el cual ha sobrevivido con muy ligeros cambios durante milenios (Diringerm, 1948: 37). Permitió ampliar las posibilidades comunicativas, al no estar limitadas a la presencia de los interlocutores, pero puso en evidencia la necesidad de instrucción en ese nuevo código para poderse servir de él como medio de comunicación, sugiriendo así el concepto de alfabetización, cuya valoración ha ido evolucionando sustancialmente a través de los tiempos, como veremos a continuación (Colomer y Camps, 1996: 15-19).

Respecto a la segunda, la invención de la imprenta marcó el amanecer de la era moderna y significó la instauración definitiva del código escrito como única forma de acceso a la cultura. La imprenta alteró la historia intelectual occidental y conmocionó todas y cada una de las áreas de la actividad humana (Burke, 1997).

En consecuencia, iba a producir una gran revolución social, un cambio absoluto en el pensamiento y en las formas de aprendizaje. Impactó directamente en el mundo de las ideas y el conocimiento, haciendo posible el nacimiento de las ciencias modernas, y creó un espacio en el que pudieron florecer nuevas formas de expresión. La nueva cultura del libro impreso, gracias al uso del papel, influyó de manera decisiva en un auge progresivo de la alfabetización y la divulgación de la cultura, y facilitó el acceso a la educación. La imprenta conocerá su momento de máximo esplendor durante el siglo XVIII, con la ilustración, etapa en la que en Europa, a imitación de lo que ocurría en Francia, la alfabetización en el código escrito se convierte en un objetivo cultural prioritario.

Sin embargo, el concepto de alfabetización relacionado con la instrucción y escolarización, además de con el progreso económico y cultural, tal como lo concebimos hoy, es una idea propia de la era de la industrialización. A partir de ese momento, este concepto irá ampliando sus límites, pues al final del siglo XIX, y sobre todo a lo largo del siglo XX, fruto de los imparables avances tecnológicos, irán surgiendo nuevos y potentes instrumentos de comunicación, con nuevos códigos y lenguajes, especialmente audiovisuales: serán los medios de comunicación de masas, los cuales pueden adoptar en su sentido más amplio muy diversas formas: periódicos, libros, revistas, tebeos, fotografías, radio, televisión, videocintas, videojuegos, carteles, etc.

La característica básica de los mismos es la utilización de recursos y soportes tecnológicos para la transmisión de mensajes, cifrados en códigos simbólicos, y dirigidos simultáneamente y de forma unidireccional a un gran número de personas.

Estas son, a juicio de Aparici y García Mantilla (1987), las principales características de los medios de comunicación de masas:

- Los mensajes pueden llegar a cualquier persona que tenga acceso a ellos.

- La comunicación se transmite a través de medios técnicos: impresos, sonoros, visuales y audiovisuales.

- Establecen una comunicación indirecta con los receptores que se encuentran a distancia espacial o temporal del emisor.

- El mensaje se transmite de forma unilateral.

- Se dirigen a una audiencia amplia, dispersa y anónima.


En la actualidad, el auge y la influencia de los medios de comunicación en la sociedad son incuestionables y aún lo serán más en el futuro, con el desarrollo de nuevos medios basados en la informática, en la robótica y la telemática (Merayo, 2000). Su influencia es tal que ha llegado a mediatizar en gran medida nuestro conocimiento de la realidad y nuestros hábitos y costumbres vitales. De esta manera, los medios de comunicación configuran y uniforman la manera en que aprendemos a comprender y conocer el mundo en que vivimos: nos transmiten formas de comportamiento social, actitudes, valores, hábitos, costumbres, modos de habla, pero, además, están creando una forma distinta de recibir y de transmitir información, mediante nuevos códigos y símbolos que, a diferencia de los verbales, tienen carácter universal.

Prado Aragonés Huelva, Josefina: Hacia un nuevo concepto de alfabetización. El lenguaje de los medios. Comunicar: Revista Científica Iberoamericana de Comunicación y Educación. Núm. 16. 2001
Vanesa Bouza Comunicación

Lenguas

"La alfabetización audiovisual requiere un proceso que implica lectura y la producción de medios y debe ser considerado como el aprendizaje de una segunda lengua"

Aparici (1994)
Vanesa Bouza

jueves, 23 de septiembre de 2010

De lo analógico a lo digital Cassany, Daniel

http://www.lecturayvida.org.ar/pdf/cassany.pdf CASSANY, D. "De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición", Lectura y Vida, 21/4: 6-15, 2000. ISSN 0325-8637 / CODEN LVIDDG. Textura, 1, 13-25. Revista especializada en lingüística, pragmática, análisis del discurso, semiótica y didáctica de la lengua, Centro de Estudios Textuales (CEDEX), Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Maturín (Venezuela), enero-junio 2002. ISSN: 1317-5920.
Vanesa Bouza Comunicación y Cultura

¿Producidos o Productores?

(extractos del libro El imperio digital, de Zanoni, Leandro: Buenos Aires : Ediciones B, 2008 disponible completo en http://www.eblog.com.ar/7970/el-imperio-digital-3/)

No creo que seamos productos de la tecnología, sino al revés: la tecnología nos permite ser quienes pretendemos ser. El ser humano siempre buscó fabricar todo aquello que la imaginación creaba y así fue su evolución. Hoy somos todos, con más o menos diferencias, inspectores que vamos por la vida no sólo con dispositivos que nos ayudan a cumplir nuestras tareas y satisfacer muchos de nuestros deseos, sino que además, nos conectan los unos a los otros.

El avance tecnológico es tal que un nuevo producto ya es viejo cuando sale al mercado. Tal vez la industria de celulares sea el ejemplo más certero de la velocidad casi frenética en la que vivimos. Está claro que el futuro será enteramente móvil.
La convergencia de dispositivos se encuentra en su pico más alto de crecimiento. Por eso el promedio de recambio de nuestro teléfono celular a otro modelo nuevo —con más y mejores funcionalidades— desciende cada año.
El consumidor es siempre exigente y quiere tener en su teléfono cada nueva tecnología que sale al mercado: SMS, MP3, fotos, videos, Wi-Fi, bluetooth, MMS, correo electrónico, juegos, GPS, pantalla táctil, etc. Pero además, exigen precio y calidad. Y por si fuera poco, sobre todo en los jóvenes, el teléfono ya se ha posicionado como un elemento de identificación y personalidad.
Se calcula que para 2010 habrá en el mundo mil millones de teléfonos con cámaras digitales (la mitad con 2 MP de resolución) según la consultora Internacional Data Group.
La llamada tecnología “verde” o ecológica es una de las principales preocupaciones de las grandes empresas para contribuir al uso responsable de la energía no renovable.

Millennials

Con la computadora como principal aliada, los adolescentes y jóvenes que hoy tienen entre 12 y 20 años (nacidos a mediados de la década de los ochenta en adelante) pertenecen a la generación bautizada “Generación Y”, Millennials o también denominados “nativos digitales”. Admiran a Google (mueren por una remera con su logo) y son los primeros en probar y adoptar cada nueva tecnología que surge. Están a años luz de sus mayores y lo saben. Son rebeldes, contestatarios y tienen menos dudas ideológicas que las generaciones anteriores. Tienen blogs donde escriben lo que quieren y van por la calle con sus iPod retratando todo con las cámaras de sus celulares. Las fotos, por supuesto, las suben a sus fotoblogs. Son muy emprendedores y llevan adelante proyectos personales que, a pesar de su edad, les deja un buen dinero. No son los típicos nerds estereotipados por las películas norteamericanas de los ochenta y jamás pierden el tiempo. Tienen conciencia social —adhieren a la Free Culture y al CopyLeft— y saben programar, diseñar además de dominar al menos un par de idiomas. Son inteligentes, creativos, sensibles, vanidosos y casi no consumen medios tradicionales. Bajan películas y ven televisión por YouTube.
Un estudio de investigación sobre los adolescentes realizado por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) a finales de 2007 arrojó que los alumnos exigen que las clases sean divertidas y prácticas y que no les interesa demasiado estudiar alguna carrera con salida laboral, sino algo que los estimule. Están acostumbrados a los horarios flexibles y se caracterizan por buscar nuevas experiencias constantemente.
En cuanto al consumo de medios, el 60% de los jóvenes de entre 12 y 20 años elige pasar más tiempo frente a una PC que frente al televisor. Principalmente, usan Internet para chatear y visitar blogs y fotoblogs ajenos y actualizar los propios (el 60% de ellos tiene alguno de los dos). Tienen, en promedio, cien contactos en sus mensajes instantáneos y la mitad de ellos son “amigos” virtuales con quienes nunca se vieron en persona. No imaginan su vida sin la tecnología ni tampoco, por supuesto, el celular. El principal uso que le dan al teléfono es el del mensaje de texto (SMS).5 Mientras que la media a nivel país se ubica en unos 167 SMS por mes en el segmento adolescente, los clientes de Personal de entre 15 y 17 años, envían más de 300 SMS promedio por mes. Guillermo Rivaben, Director de Marketing de Personal, explica: “Los adolescentes privilegian aquellos modos de comunicación que les permiten fortalecer sus redes sociales con amigos.
En ese sentido, los SMS se han transformado en parte de su cultura, como su herramienta de comunicación favorita. Además, los adolescentes son los usuarios que más nos desafían a encontrar aquellas alternativas de productos que les permitan sacar el mayor provecho de sus recursos económicos. Ellos son verdaderos smart users”.
Los ejemplos sobran. Pero las historias de Sebastián Molina y Diego González tienen bastantes puntos en común con las de muchos otros jóvenes de su edad.
Molina nació en Bolivia hace 22 años y estudia comunicación. En febrero de 2005 puso en marcha, junto a un grupo de amigos, mundoalreves.com, que incluye radio, televisión y diferentes proyectos para la inclusión digital entre los jóvenes, con la firme idea de reducir la famosa brecha digital (de la que todos los gobiernos hablan pero pocos hacen). También armó una productora de contenidos audiovisuales para la Web, bautizada Plan B (al igual que su blog personal). Fue uno de los impulsores del Encuentro Nacional de Bloguers, junto a la Comunidad Bloguera Boliviana. Además, en su ratos libres, Sebastián disfruta escribiendo poesía y ya lleva publicados dos libros.
Diego González tiene 25 años, estudió Administración de Sistemas en la UBA y fue desarrollador Web independiente hasta que se sumó a Keegy.com donde es el responsable del diseño y tecnologías. Como desarrollador independiente, entre otras cosas, creó MyComments (que avisa cuando se responden los comentarios que dejamos en otros blogs), 11feeds y U2B, para ver videos mientras se busca información y se comparte con otros usuarios. Además, desde que usa Apple, Diego (que siempre usa gorrita) armó el Mac User Group Argentina, una comunidad para ayudar a los que tienen dudas sobre el tema.

Zanoni, Leandro: El imperio digital., Buenos Aires : Ediciones B, 2008.
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Wikipedia
Hace poco más de siete años, Jimmy Wales tuvo una idea: desarrollar la mayor enciclopedia online, libre y gratuita gracias al aporte de cada usuario. Que cada persona pueda participar y colaborar colectiva y voluntariamente con su conocimiento sobre cualquier tema. Así nació Wikipedia (wiki: rápido en hawaiano; pedia: educación en griego), que ya reúne más de diez millones de artículos en 250 idiomas diferentes, que van desde el español, italiano, francés e inglés, hasta el ruso, sueco, japonés, esperanto y holandés.
El software wiki (desarrollado por Ben Kovitz) hace posible que miles de personas escriban, editen, amplíen y borren artículos de una forma simple y rápida.
Una de las innovaciones que aportó Wikipedia es el importante rol que les asigna a sus usuarios. “Wikipedia cuestiona el modelo del usuario como consumidor pasivo, proponiendo en su lugar un usuario-productor que modifica, corrige y mejora el producto, permitiendo a su vez que otros modifiquen, corrijan y mejoren”, explica en su blog (www.sinpermisos.info) Ángel Ferrero, un investigador catalán.
A pesar de que con frecuencia se ve envuelta en alguna polémica (datos falsos, derechos de autor, etc.) Wikipedia es, tal vez, el mayor emblema de la Web 2.0 y colaborativa. Su repentina popularidad provocó un espectacular crecimiento: según Alexa, figura entre los diez sitios web más visitados del mundo, junto a Google, Yahoo! eBay, Amazon y Microsoft, entre otros. Un informe de Hitwise de 2007 indicó que más de un tercio (36%) de los internautas estadounidenses usaban la enciclopedia y casi el 10 % lo hacía a diario.
En abril de 2008, La Fundación Wikimedia —que gestiona la enciclopedia sin fines lucrativos— tenía apenas 15 empleados y subsistía gracias a las donaciones desinteresadas de más de 45.000 personas que creen en el proyecto de Wales.

Show me the money

El buscador más usado del mundo recibe el pedido de 2.000 palabras por segundo y rastrea la información en más de 10.000 millones de sitios de todo el mundo. Cuando termine el 2008, habrá facturado 20.000 millones de dólares pero las búsquedas de los usuarios son gratuitas y en su famosa portada blanca y minimalista nunca hubo un aviso publicitario.
Las preguntas surgen rápidamente: ¿Cómo se financia Google? ¿De dónde gana tanto dinero? ¿Por qué está valuada en más de 150.000 millones de dólares?
La palabras claves de su modelo de negocio son dos: AdWords y AdSense. El sistema es bien simple: las empresas —en su mayoría PyMEs— pagan lo que ellas decidan para comprar palabras claves relacionadas a su negocio. El buscador después ubicará esos avisos en millones de sitios Web y blogs que contengan contenido relacionado con esas palabras. Por cada click en los anuncios, Google le cobra a la empresa anunciante y a su vez, a través del sistema Adsense, le paga un porcentaje a los dueños de los sitios y blogs asociados donde colocó el aviso.
El modelo cierra perfecto: Google fabrica los medios con Blogger y Pages, los nutre de contenidos con Google News y YouTube, los ordena y distribuye con su famoso buscador, nos estimula a alimentarlos con AdSense y finalmente los vende con AdWords.
Pero lo interesante del sistema publicitario de Google es que cualquiera puede pautar online. Desde cinco, diez mil o cien mil dólares, comprando palabras que alguien tipeará para encontrar lo que busca.

Zanoni, Leandro: El imperio digital., Buenos Aires : Ediciones B, 2008
Vanesa Bouza  Licenciada en Comunicación

sábado, 11 de septiembre de 2010

Henry Giroux sobre Stuart Hall

La obra de Stuart Hall presta un importante servicio teórico y político ante los ataques actuales contra la política cultural y lo intentos de desacreditar la función que los educadores pueden desempeñar como intelectuales públicos que trabajan en un conjunto diversificado de esferas públicas que se extienden desde la universidad hasta los medios de comunicación de masas.

Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003
Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación

viernes, 10 de septiembre de 2010

Inauguración

Comenzamos hoy una nueva sección llamada “Unos sobre otros” (U.S.O) en la que se expondrán metadiscursos. Es decir que incluiremos textos referidos a otros textos, aunque también textos referidos a personas…

¿Son las personas textos?

viernes, 3 de septiembre de 2010

Nuevas censuras, sutiles manipulaciones

¿Acaso los medios reflejan la realidad del mundo?
por Ryszard Kapuscinski

Las nuevas tecnologías han trastornado al periodismo; se han formado grandes grupos mediáticos con ambiciones planetarias; la instantaneidad y la noticia en directo han modificado las condiciones de investigación y el imperativo del rendimiento ha reemplazado a las más nobles exigencias cívicas. Pero en todas partes, otro periodismo, más preocupado por la verdad y el rigor, resiste en nombre de una sana concepción de la información y de la democracia.

En los debates sobre los medios se presta una atención excesiva a los problemas técnicos, a las leyes del mercado, a la competencia, a las innovaciones y a la audiencia. Y una atención insuficiente a los aspectos humanos. No soy un teórico de los medios, sino un simple periodista, un escritor que se consagra desde hace más de cuarenta años a recoger y procesar la información (y también a consumirla). Me gustaría dar a conocer las conclusiones a las que he llegado como resultado de mi larga experiencia en los medios.

Mi primera observación concierne a las dimensiones. Afirmar, como suele hacerse, que "la humanidad entera" está pendiente de lo que hacen o dicen los medios es una exageración. Incluso en el caso de un acontecimiento como la apertura de los Juegos Olímpicos, sus dos mil millones de telespectadores sólo representan un tercio de la población planetaria.

Otros megaeventos (mundial de fútbol, guerras, casamientos o exequias de grandes personalidades), son difundidos masivamente en las pantallas, pero sólo los miran un 10 o 20% de los humanos. Es cierto que esto representa una multitud gigantesca, pero no por cierto "la humanidad entera" . Cientos de millones de personas carecen de todo contacto con los medios. En diversas regiones de África, la televisión, la radio e incluso los diarios son inexistentes. En Malawi hay sólo un diario; en Liberia, dos, por otra parte casi nulos, pero nada de televisión.

En muchos países, la televisión funciona sólo dos o tres horas por día. Y en vastas extensiones de Asia -por ejemplo en Siberia, en Kazajstán o en Mongolia-existen relevos televisivos, pero los receptores de TV no permiten captar los programas… En la época de Leónidas Brezhnev, en los grandes espacios de la Siberia soviética los programas de radio occidentales ni siquiera eran interferidos, porque al carecer de receptores, nadie podía escucharlos.

Una gran parte de la humanidad sigue viviendo fuera del radio de influencia de los medios y no tiene ninguna razón para inquietarse por las eventuales manipulaciones mediáticas o por la mala influencia de los medios masivos. En muchos países, particularmente en América Latina y en África, la única función de la televisión es la de entretener. Hay televisores en los bares, en los restaurantes y en los hoteles. La gente tiene la costumbre de ir a los bares para tomar algo y mirar la tele. Y a nadie se le ocurriría la idea de exigirle seriedad a ese medio, o que tenga alguna clase de función educativa o informativa. La mayoría de los africanos o de los latinoamericanos no esperan de la televisión una interpretación seria del mundo, del mismo modo que nosotros no la esperaríamos de un circo.

Un cambio radical

La gran revolución de las nuevas tecnologías es un fenómeno reciente. Su primera consecuencia importante fue un cambio radical en el universo del periodismo. Pensemos en la primera reunión cumbre de los jefes de estado de África. Tuvo lugar en Addis-Abeba (Etiopía) en 1963. Para cubrirla llegaron periodistas de todas partes del mundo. Alrededor de doscientos enviados especiales y corresponsales de los grandes diarios internacionales, de agencias de prensa y de estaciones de radio. Algunos equipos de filmación grababan para las actualidades cinematográficas, pero no hubo ni un solo equipo de televisión. Éramos todos conocidos, sabíamos lo que cada uno estaba haciendo y hasta éramos amigos. Estaban presentes auténticos maestros de la pluma y verdaderos expertos en los grandes temas internacionales. Cuando lo pienso, me parece que fue la última gran reunión de periodistas del mundo, el fin de una época heroica en la que el periodismo era considerado como una profesión reservada a los elegidos, una vocación elevada, noble, que demandaba a quien se interesara en ella una dedicación plena, de por vida.

Desde entonces, todo ha cambiado. El relevamiento y la difusión de la información se ha transformado en una actividad que ejercen miles de personas en cada país. Las escuelas de periodismo se multiplicaron, formando año a año a recién llegados a la profesión. Antes, el periodismo era una misión, no una carrera. Hoy son incontables los individuos que practican el periodismo sin estar identificados con esta profesión o sin haber decidido consagrarle plenamente sus vidas o lo mejor de sí mismos. Para algunos es una especie de hobby, que pueden abandonar en cualquier momento para hacer alguna otra cosa. Muchos periodistas actuales podrían trabajar mañana en una empresa de publicidad, y pasado mañana ser agentes de cambio…

Las nuevas tecnologías provocaron una multiplicación de los medios. ¿Cuáles son las consecuencias? La principal es el descubrimiento de que la información es una mercancía, cuya venta y difusión puede traer importantes ganancias. Tiempo atrás, el valor de la información estaba asociado a diversos parámetros, particularmente al de la verdad. Se la concebía también como un arma a favor del combate político. Todavía está vivo el recuerdo de los estudiantes que en la época del comunismo quemaban en la calle ejemplares de los diarios del Partido Comunista al grito de "la prensa nos miente" . Hoy todo ha cambiado. El precio de una información depende de la demanda, del interés que suscita. Lo primordial es la venta. Una información se considera sin valor si no llega a interesar al gran público.

El descubrimiento del valor mercantil de la información desencadenó la afluencia de los grandes capitales hacia los medios. Los periodistas idealistas, esos dulces soñadores en busca de la verdad que antes dirigían los medios, han sido reemplazados por hombres de negocios a la cabeza de las empresas de prensa.

Todos los que frecuentan las redacciones de los diarios, de los canales de televisión o de las radios pueden constatar fácilmente este cambio. En otros tiempos, los medios estaban instalados en edificios de segunda categoría y tenían oficinas estrechas, oscuras y mal acondicionadas, donde hormigueaban unos periodistas andrajosos y sin un centavo, rodeados de montañas de archivos en desorden, de diarios y de libros. Hoy basta con ir a los locales de una gran cadena de televisión: los edificios son suntuosos palacios, todos de mármol y espejos. Modelos-recepcionistas guían al turista a través de largos corredores calafateados. Ahora esos palacios son el asiento de un poder del que en otros tiempos sólo disponían los presidentes o los jefes de gobierno. Ese poder está ahora en manos de los dueños de los nuevos grupos mediáticos.

Desde que se la considera una mercancía, la información ha dejado de estar sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Actualmente se rige por las leyes del mercado. Esta es la evolución más significativa entre todas las que han afectado al campo de la cultura. Consecuencia: los antiguos héroes del periodismo se han visto sustituidos por un impactante número de trabajadores de los medios, casi todos sumergidos en el anonimato. La terminología utilizada en Estados Unidos es reveladora del fenómeno: el media-worker suplanta frecuentemente al journalist.

La manada mediática

El mundo de los medios ha explotado de tal modo que comienza a tener vida propia, como una entidad autosuficiente. La guerra interna que se libra entre los grupos mediáticos se ha convertido en una realidad más intensa que la del mundo que los rodea. Importantes equipos de "enviados especiales" recorren el mundo. Forman una gran manada en cuyo seno los periodistas se vigilan unos a otros. Hay que conseguir la información antes que el vecino. El scoop1 o la muerte. Aunque muchos importantes acontecimientos tengan lugar simultáneamente en el mundo, los medios sólo cubrirán uno: el que haya atraído la atención de toda la manada.

Más de una vez formé parte de esa manada. Llegué a describirla en uno de mis libros2 y sé cómo funciona. La crisis provocada en 1979 por el secuestro de rehenes estadounidenses en Teherán es un ejemplo. Aunque en la capital de Irán en realidad no sucedía nada, miles de enviados especiales venidos del mundo entero se quedaron durante meses en esa ciudad. La misma manada se desplazó años más tarde al Golfo, durante la guerra de 1991, aunque no podía hacer nada en el lugar, porque los estadounidenses prohibían acercarse al frente. En el mismo momento, se estaban produciendo acontecimientos atroces en Mozambique y en Sudán; pero no conmovían a nadie, porque la manada estaba en el Golfo. En diciembre de 1991, en momentos del golpe de Estado, Rusia fue objeto de los mismos miramientos. Mientras los acontecimientos verdaderamente importantes -huelgas y manifestaciones- se desarrollaban en San Petersburgo, el mundo lo ignoraba, ya que los enviados de todos los medios no se movían de la capital, a la espera de que sucediera algo en Moscú, donde reinaba la mayor de las calmas.

Las nuevas tecnologías, sobre todo la telefonía móvil y el correo electrónico, han transformado radicalmente las relaciones entre los cronistas y sus jefes. Antes, el enviado de un diario, el corresponsal de una agencia de prensa o de una cadena de televisión disponía de una gran libertad y podía dar libre curso a su iniciativa personal. Buscaba la información, la descubría, la verificaba, la seleccionaba y le daba forma. Actualmente, y cada vez más, es sólo un peón a quien su jefe desplaza por el mundo desde sus oficinas, que pueden estar en el otro extremo del planeta. Ese jefe, por su parte, dispone de informaciones a su alcance, provenientes de una multitud de fuentes (cadenas de información continua, cables de agencias, Internet) y así puede tener su propia apreciación de los hechos, a menudo muy distinta de la del cronista que cubre el acontecimiento en el lugar. A veces el jefe no puede esperar pacientemente que el cronista termine su trabajo. Entonces es él quien informa al cronista del curso de los acontecimientos y lo único que espera de su enviado especial es que le confirme la idea que el jefe ya se ha hecho de todo el asunto. Muchos cronistas empiezan a tener miedo de buscar la verdad por sí mismos.

En México, un amigo mío trabajaba para las cadenas de televisión estadounidenses. Me lo encontré en la calle, filmando unos enfrentamientos entre los estudiantes y la policía. "¿Qué pasa, John? ", le pregunté. "No tengo ni la menor idea" , me contestó sin dejar de filmar. "Yo sólo registro, me conformo con captar imágenes; después las mando al canal que hace lo que quiere con este material" . La ignorancia de los enviados especiales sobre los acontecimientos que deben describir es a veces pasmosa. En ocasión de las huelgas de Gdansk de agosto de 1981, donde nació el sindicato Solidaridad, la mitad de los periodistas extranjeros que fueron a Polonia a cubrir el incidente no sabían situar a Gdansk (ex Danzig) en el mapamundi. Sabían todavía menos sobre Ruanda, en tiempos de las matanzas de 1994. La mayoría de ellos ponían por primera vez un pie en el continente africano y habían desembarcado directamente en el aeropuerto de Kigali, en aviones fletados por la ONU, sabiendo apenas dónde se encontraban. Casi todos ignoraban las causas y las razones del conflicto.

Pero los periodistas no son los culpables. Son las primeras víctimas de la arrogancia de sus patrones, los grupos mediáticos, las grandes redes de televisión. "¿Qué más pueden exigirme? ", me decía hace poco un camarógrafo del equipo de una gran cadena de televisión estadounidense. "¡En una sola semana, tuve que filmar en cinco países de tres continentes diferentes! ".

La historia según la TV

Esta metamorfosis de los medios plantea una pregunta fundamental: ¿cómo comprender el mundo? Hasta ahora, aprendíamos historia gracias al saber que nos dejaban como herencia nuestros ancestros, a lo que contenían los archivos y a los descubrimientos de los historiadores. Hoy la pantalla chica se ha transformado en la nueva (y prácticamente única) fuente de la historia, que destila la versión concebida y desarrollada por la televisión. Mientras el acceso a los documentos sigue siendo difícil, la versión difundida por la televisión, incompetente e ignorante, se impone sin que podamos impugnarla. El ejemplo más esclarecedor de este fenómeno puede ser Ruanda, país que conozco muy bien. Cientos de millones de personas en el mundo vieron a las víctimas de las cacerías étnicas acompañadas de comentarios que en su mayor parte eran completamente erróneos. ¿Cuántos telespectadores completaron esta visión remitiéndose a estudios competentes sobre Ruanda? El peligro está en que los medios se consumen con mucha más facilidad que los libros. La civilización se vuelve cada vez más dependiente de la versión de la historia que imagina la televisión. Una versión a menudo falsa y sin fundamentos. Con el paso del tiempo, el telespectador masivo sólo conocerá la historia "telefalsificada" , y sólo un pequeño número de personas tendrán conciencia de que existe otra versión más auténtica de la historia.

Rudolf Arnheim, gran teórico de la cultura, predijo ya proféticamente en los años 30 en su libro Film as Art3, que el ser humano confundiría al mundo tal como lo perciben sus sensaciones con el mundo interpretado por el pensamiento, y creería que ver es comprender. Pero esto es falso. La televisión -escribió Arnheim- "será una de las pruebas más rigurosas para nuestro conocimiento. Podrá enriquecer nuestras mentes, pero también podrá aletargarlas" . Tenía razón. La televisión utiliza la confusión, generalmente inconsciente, entre ver y saber, entre ver y comprender, para manipular a la gente. En una dictadura, se recurre a la censura; en una democracia, a la manipulación. El blanco de las agresiones es siempre el mismo: el ciudadano medio. Cuando los medios se refieren a sí mismos, enmascaran el problema de fondo con la forma, reemplazan la filosofía con la técnica. Se preguntan cómo editar, cómo redactar o cómo imprimir. Discuten problemas de montaje, de bases de datos, o de la capacidad de los discos rígidos. En contrapartida, nadie cuestiona el contenido de lo que se quiere editar, redactar o imprimir. El problema del mensajero es reemplazado por el del mensaje. Desgraciadamente, como se lamentaba Marshall McLuhan, el mensajero tiende a transformarse en el contenido del mensaje.

Tomemos el ejemplo de la pobreza en el mundo, que sin lugar a dudas es el mayor problema de este fin de siglo. ¿Cómo lo tratan las grandes redes de televisión? La primera manipulación consiste en presentar la pobreza como sinónimo del drama del hambre. Pero dos tercios de la humanidad viven en la miseria, en razón de una distribución desigual de las riquezas en el mundo. La hambruna, por su parte, aparece en ciertos momentos y en lugares muy precisos, ya que se trata de un drama de dimensión generalmente local. Además, sus causas suelen deberse la mayoría de las veces a cataclismos como sequías o inundaciones y a veces también a las guerras. Es preciso agregar que los mecanismos de lucha contra el hambre -en tanto flagelo imprevisto y puntual- son relativamente eficaces. Para combatirla, se utilizan los excedentes de alimentos de que disponen los países ricos, que son enviados masivamente allí donde la necesidad se hace sentir. Lo que nos muestran en las pantallas de la televisión son operativos de lucha contra el hambre, como los de Sudán o Somalía. En cambio, no se pronuncia una sola palabra sobre la necesidad de erradicar la miseria mundial, endémica y generalizada.

La segunda estratagema utilizada por los manipuladores de la miseria es su presentación en programas de carácter geográfico, etnográfico y turístico, que llevan a descubrir regiones exóticas del planeta. De esta forma, la miseria es asimilada al exotismo y la televisión filtra el mensaje de que los lugares predilectos de la miseria son las regiones exóticas. Vista desde esta perspectiva, la miseria aparece como un fenómeno curioso, una atracción casi turística. Imágenes de ese tipo abundan particularmente en canales temáticos como Travel, Discovery, etc.

La última artimaña de esos manipuladores consiste en presentar a la miseria como un dato estadístico, un parámetro trivial del mundo real. Una concepción tal de la miseria la consagra a la eternidad; el ser humano no puede experimentarla sino como una amenaza para la civilización puesto que debe aprender a vivir con ella.

Volvamos al punto de partida: ¿los medios reflejan el mundo? Lamentablemente, lo hacen de una manera muy superficial y fragmentaria. Se concentran en las visitas presidenciales o en los atentados terroristas; e incluso estos temas parecen interesarles cada vez menos. Durante los últimos cuatro años, la audiencia de los informativos de la televisión de las tres principales cadenas estadounidenses cayó del 60 al 38% del total de los espectadores. El 72% de los temas son de carácter local y tratan sobre violencia, drogas, agresiones y delitos. Consagran sólo el 5% de su tiempo a la información internacional; y muchas ediciones llegan a pasar por alto estos temas. En 1987, la edición estadounidense del semanario Time dedicó 11 portadas a temas internacionales; diez años más tarde, en 1997, sólo una. La selección de la información se basa en el principio: "cuanta más sangre, más se vende"4.

Un periodismo que resiste

Vivimos en un mundo paradójico. Por un lado, nos dicen que el desarrollo de los medios de comunicación unió entre sí a todas las regiones del planeta para formar una "aldea global" ; y por otra parte la temática internacional ocupa cada vez menos espacio en los medios, oculta por la información local, por los titulares sensacionalistas, por los chismes, el people y toda la información-mercancía.

Pero seamos justos, la revolución de los medios está en su apogeo. Se trata de un fenómeno reciente en la civilización humana; demasiado reciente como para haber podido producir los anticuerpos necesarios para combatir las patologías que genera: manipulación, corrupción, arrogancia, veneración de la pornografía. La literatura sobre los medios es a veces muy crítica, a menudo también implacable. Tarde o temprano esta crítica ejercerá su influencia, al menos parcialmente, sobre el contenido de los medios.

Además, hay que reconocer que muchas personas se sientan delante del televisor porque esperan ver exactamente lo que la televisión les ofrece. Ya en los años 30, el filósofo español Ortega y Gasset escribió en su libro La rebelión de las masas que la sociedad es una colectividad de personas satisfechas de sí mismas, de sus gustos y de sus elecciones.

Por último, el mundo de los medios es diverso. Es una realidad con varias capas. Al lado de los "medios-chatarra" , hay otros formidables: existen algunos prodigiosos programas de televisión, excelentes emisiones de radio y periódicos notables. Para quien desea una información honesta, de reflexión profunda y fundada sobre sólidos conocimientos, no faltan los medios. A veces es difícil disponer del tiempo necesario para asimilar la oferta existente. A menudo se vilipendia a los medios para justificar el letargo en el que están sumergidas nuestras propias conciencias, y nuestra pasividad.

Y nadie ignora que en las redacciones de los diarios, en los estudios de radio y de televisión, hay periodistas sensibles y de gran talento, gente que estima a sus contemporáneos, que considera que nuestro planeta es un lugar apasionante, que vale la pena conocer, comprender y salvar. La mayor parte del tiempo esos periodistas trabajan dando prueba de abnegación y devoción, con entusiasmo y espíritu de sacrificio, renunciando a las facilidades, al bienestar, llegando incluso a descuidar su seguridad personal. Con el único objetivo de dar testimonio del mundo que nos rodea, de la multitud de peligros y esperanzas que esconde.

NDLR: (Este texto retoma lo esencial del discurso pronunciado por el autor en Estocolmo, el 19-11-98, en el transcurso de la ceremonia de entrega de los premios nacionales de periodismo Stora Jurnalstpriset.)

1. La palabra scoop es un anglicismo que designa la información dada en exclusividad por un medio.

2. D'une guerre l'autre, Flammarion, París, 1998.

3. Traducción francesa: Le Cinéma est un art, éditions de l'Arche, París, 1989. Véase también de Rudolph Arnheim, La Pensée visuelle, Flammarion, París, 1976.

4. Serge Halimi, "Un journalisme de racolage" , Le Monde diplomatique, París, agosto de 1998.

Le Monde Diplomatique y Capital intelectual S.A Número 3 – Septiembre de 1999

Periodismo e historia

Ser historiador es mi trabajo (...) Estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo (...) Todo periodista es un historiador.

Vanesa Bouza Ciencias de la Comunicación
Ryszard Kapuscinski

Periodismo

(...) en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico.


Ryszard Kapuscinski

jueves, 2 de septiembre de 2010

Difusión e ilusionismos

“… La democratización de la cultura entendida como difusión del patrimonio cultural por todas las capas de la sociedad era doblemente ilusoria: en primer lugar, porque la cultura no es un conjunto homogéneo que pueda asimilarse a un patrimonio sino una realidad contradictoria portadora, en su esfera, de intereses de clase y de fracciones de clase; en segundo lugar, porque la difusión, concebida como distribución igualitaria de la cultura a todo el mundo, se enfrentaba, en realidad, con la segregación cultural existente. Como escribía Pierre Gaudibert en un libro que contribuyó enormemente a deshinchar el globo de la salvación social a través de la cultura: “Las casas de la cultura están legalmente abiertas a todo el mundo, y eso basta para hacer creer que su frecuentación es libre; en el mejor de los casos, se mantiene la ilusión de que el Estado puede compensar los desequilibrios de la sociedad civil, como si estuviera al servicio del interés general y fuera capaz de transformar la igualdad formal en igualdad real. Ahí están el marxismo y la sociología crítica para desengañar y mostrar sin descanso que esta libertad es ilusoria, que el acceso a los espacios culturales está regulado por las desigualdades de producción y de clases en el seno de una formación social determinada”.
      Estas desigualdades, que en algunos casos hacen “natural” y en otros “imposible” el acceso a la cultura, están constituidas esencialmente por las diferencias de capital cultural y escolar que funcionan respecto a las posibilidades reales de un individuo como un sistema de selección. Cuanto más elevado es el doble capital, mayores son las posibilidades de acceso a las prácticas culturales.”
 Vanesa Bouza Sociología
Mattelart, A y Piemme, J.M: La televisión alternativa, Editorial Anagrama, 1981. Pág 75

Cultura empresarial y escuela

Los defensores de la cultura empresarial ya no consideran la educación pública en relación con su función cívica, sino, sobre todo, como una operación comercial en la que el consumismo es la única forma de ciudadanía que se ofrece a los jóvenes. En adelante, sostengo que la reducción de la educación pública a los imperativos ideológicos del orden empresarial va en contra de las demandas sociales críticas de educar a ciudadanos para que sostengan y desarrollen unas identidades, relaciones y esferas públicas democráticas inclusivas. Se basa este análisis en la premisa de que la lucha para reivindicar las escuelas públicas debe considerarse como un elemento de una batalla más general por la defensa de la cultura de los niños y el bien público. En el centro de esta lucha está la necesidad de oponerse a la influencia siempre creciente del poder y la política empresariales.

La transformación empresarial de la educación pública ha tomado un rumbo diferente a medida que nos hemos ido acercando al siglo XXI. Ya no basta con defender que se apliquen los principios empresariales a la organización de la escuela; las fuerzas de la cultura empresarial han adoptado un plan mucho más radical. En este plan, ocupa un lugar central el intento de que la educación pública deje de ser un bien público, que beneficie a todos los estudiantes, para transformarla en un bien privado, diseñado para ampliar los beneficios de los inversores, educar a los estudiantes como consumidores y adiestrar a los jóvenes para los trabajos mal remunerados del nuevo mercado global.
Vanesa Bouza Sociología
Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Niños amenazantes

La teórica de la antropología Sharon Stephens afirma de forma convincente:

´Hay una conciencia creciente sobre los niños en situación de riesgo. Sin embargo, lo que quiero dejar claro aquí es que también existe una sensación creciente de que los mismos niños son el riesgo y, en consecuencia, hay que eliminar a algunos niños, como personas fuera de lugar y exceso de población, mientras que a otros hay que controlarlos, reconfigurarlos y aprovecharlos para los cambiantes fines sociales. De ahí el carácter central de los niños en la política contemporánea de la cultura, tanto en calidad de figuras simbólicas como en la de objetos de formas discutidas de socialización´.*

Aunque se considere que algunos niños están en "situación de riesgo", cada vez hay más chicos a los que se considera una amenaza importante para la sociedad adulta..."

Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003
* Sharon Stephens: "Children and the Politics of Culture in 'Late Capitalism'", en: Sharon Stephens (ed.): Ciiildren and the Politics of Culture. Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1995, pág. 13.
Vanesa Bouza  Lic. Ciencias de la Comunicación

Hegemonía

"Toda relación de 'hegemonía' es necesariamente una relación educativa".
Vanesa Bouza Sociología
Antonio Gramsci: Selections from the Prison Noteboot s, trad, al inglés y ed. por Quintín Hoare y Geoffrey Nowell Smith. Nueva York: International Publistiers, 1971, pág. 350. (Trad, cast.: Cartas desde ia cárcel. Madrid. Cuadernos para el Diálogo, 1975.)

lunes, 30 de agosto de 2010

Infancia

"La infancia no es un estado natural de inocencia; es una construcción histórica. Es también una categoría cultural y política que tiene unas consecuencias muy prácticas con respecto a la forma de pensar en los niños de los adultos, y tiene consecuencias en cuanto a la forma de verse los niños a sí mismos"

Giroux Henry, La inocencia robada. Juventud, multinacionales y cultura. © Ediciones Morata, S. L.2003
Vanesa Bouza - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

domingo, 1 de agosto de 2010

Omisiones

“[En la televisión] la ideología se refleja tanto en lo que se selecciona como en lo que se omite. Ideológicamente es tan significativo lo que se dice como lo que se calla. Basta un ejemplo. Algunos autores subrayan que el máximo triunfo del bienestar capitalista ha sido hacer casi invisibles las causas y las condiciones de la pobreza (N. Chomsky y E.S. Herman, 1990, pag.73). Ignorar la pobreza o, simplemente, presentarla como algo natural, inevitable, es el mejor medio para no cuestionar el sistema.

El mito de la ventana abierta a la realidad no se destruye sólo por el hecho de que se seleccionen unos hechos sobre otros, o unos fragmentos de estos hechos sobre otros. Es que se ocultan en todo momento los motivos de la selección. Más aún, se pretende aparentar que no ha habido selección, se pretende ocultar que hay construcción, discurso, potenciando así la ceremonia de la confusión.”

Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación (UBA)
Ferrés, Joan, “La televisión como triunfo de la objetividad”, en Televisión y Educación, Paidos, Barcelona, 1994.(pág.66)

El aula y la contra-hegemonía

“La resistencia funciona como un tipo de negación o de afirmación opuesta a los discursos y prácticas dominantes. Por supuesto, la resistencia con frecuencia carece de un proyecto político y suele reflejar prácticas sociales de naturaleza informal desorganizada, apolítica y ateórica. En algunos casos, la resistencia puede constituir una negativa no reflexiva y derrotista a someterse a diferentes formas de dominación; más aún, la resistencia puede ser considerada ocasionalmente una forma de rechazo cínica, arrogante e ingenua de las formas opresoras de regulación moral y política.

El concepto de contra-hegemonía, en cambio, implica una comprensión más política, teórica y crítica de la naturaleza de la dominación y del tipo de oposición activa que esa dominación debería engendrar. Y lo que es más importante, el concepto de contra-hegemonía no sólo expresa la lógica de la crítica sino la creación de nuevas relaciones sociales y espacios públicos que definen contra-instituciones, relaciones vividas e ideologías que encarnan formas alternativas de experiencia y de lucha. Como campo reflexivo de la acción política, la contra-hegemonía desplaza la naturaleza característica de la lucha del terreno de la crítica al terreno, colectivamente construido, de la esfera contra-pública.

Nos hemos ocupado de esta distinción porque creemos que esclarece la manera en que los programas de formación docente han estado y siguen estando ajenos a una visión y a un conjunto de prácticas que pertenecen a un proyecto político seriamente dedicado a luchar por la democracia y la justicia social. A lo largo de los años, muchos teóricos han argumentado acertadamente que los programas de formación docente rara vez se ocupan de las implicaciones morales de la desigualdad que existe dentro de nuestra forma actual de capitalismo industrial, y la manera en que las escuelas funcionan para reproducir y exacerbar esa desigualdad. No resulta sorprendente que se haya prestado tan poca atención a pensar en el modo en que el poder, la ideología y la política actúan dentro de las escuelas para erosionar los ideales emancipatorios democráticos. (…)

(…)

Los estudiantes de maestros sólo reciben, en general, una concepción unidimensional de la enseñanza. En vez de considerar el aula como un terreno cultural donde una heterogeneidad de discursos colisionan en una constante lucha por la dominación, la escolaridad suele aparecer en los programas de formación docente como un conjunto de reglas y prácticas regulatorias despojadas de ambigüedad, contradicciones, paradojas y resistencia. Las escuelas como lugares públicos, son presentadas como sitios donde no hay vestigios de lucha ni de actividades contestatarias ni de política cultural. Rara vez se presenta la realidad del aula como un proceso socialmente construido, determinado históricamente y mediado por relaciones institucionalizadas de clase, género, raza y poder.”

Vanesa Bouza  Lic. Ciencias de la Comunicación - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Mc Laren, Meter, en Pedagogía, identidad y poder. Ed. Homo Sapiens, 1998. Cap. I (páginas 17- 19)

Educadores como cruzadores de fronteras

“Lo que se requiere, en este caso, es una pedagogía que incite a los educadores a aplicar los instrumentos del diálogo y la autocrítica a su propio trabajo. Dicha pedagogía sugiere que los educadores críticos tomen postura sin por ello quedarse parados. Esto es, tales intelectuales necesitan desafiar, tanto las prácticas educacionales, como las relaciones sociales que promueven ciertas formas de conocimiento material y simbólico, y deben estar también muy atentos a cómo su propia autoridad se puede hacer problemática al servicio de una política cultural radical. Pedagógicamente, esto significa que la autoridad que ellos legitiman en el aula se debe convertir, tanto en objeto de autocrítica, como, según sugiere R. Radhakrishnan, en referente crítico para expresar una “disputa (más) fundamental con la autoridad misma”. Además, los intelectuales críticos deben ir más allá de reconocer la parcialidad de sus propias narrativas para abordar en forma más concreta las consecuencias éticas y políticas de las relaciones sociales y de las prácticas culturales generadas por las formas de autoridad utilizadas en el aula. De este modo, los educadores pueden tomar una postura al tiempo que rechazan, tanto un relativismo cínico, como una política doctrinaria.

La pedagogía por la que se aboga aquí sugiere que los educadores y trabajadores culturales se deben mover dentro de múltiples discursos. Los educadores críticos se tienen que convertir en cruzadores de fronteras, permitiendo que el núcleo de su análisis se desplace, se mueva, gire y se cierre sobre sí mismo y presione contra su propio lenguaje a fin de extender y profundizar sus consecuencias para una pedagogía crítica, al tiempo que bosqueja una imagen reconocible de la complejidad que caracteriza su proyecto subyacente. En parte, ésta es una pedagogía que rechaza todas las versiones esencialistas de la identidad y se decanta a favor de una más fluida, contingente y abierta a lo imprevisto.

Es importante que los educadores desaprendan, dentro de los diferentes grados de poder y opresión, las múltiples formas de dominación de las que ellos podrían ser cómplices; también es de la mayor importancia que se planteen cuestiones sobre una democracia sustantiva, fundamental para el proyecto emancipador que caracteriza sus luchas.”
Vanesa Bouza
Giroux Henry, Escuelas para la vergüenza, en Placeres inquietantes, Paidos, Barcelona, 1996. (páginas 104 - 105)

martes, 1 de junio de 2010

El sistema

"Los funcionarios no funcionan.

Los políticos hablan pero no dicen.

Los votantes votan pero no eligen.

Los medios de información desinforman.

Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.

Los jueces condenan a las víctimas.

Los militares están en guerra contra sus compatriotas.

Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.

Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.

Es mas libre el dinero que la gente.

La gente esta al servicio de las cosas.

Tiempo de los camaleones: nadie ha enseñado tanto a la humanidad como estos humildes animalitos.

Se considera culto a quien bien oculta, se rinde culto a la cultura del disfraz.

Se habla el doble lenguaje de los artistas del disimulo. Doble lenguaje, doble contabilidad, doble moral: una moral para decir, otra moral para hacer.

La moral para hacer se llama realismo.

La ley de la realidad es la ley del poder. Para que la realidad no sea irreal, nos dicen los que mandan, la moral ha de ser inmoral.

Quien no se hace el vivo, va muerto. Estás obligado a ser jodedor o jodido, mentidor o mentido.

Tiempo del qué me importa, del qué le vas a hacer, del no te metas, del sálvese quien pueda.

Tiempo de los tramposos: la producción no rinde, el trabajo no vale.

En el Río de la Plata, llamamos bobo al corazón. Y no porque se enamora: lo llamamos bobo por lo mucho que trabaja

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, Editorial Siglo Veintiuno Año, 2002.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Alejandro Piscitelli

¿Hay vida después de la televisión?

Descargar de:
http://www.nuso.org/upload/articulos/2457_1.pdf

martes, 18 de mayo de 2010

Enajenación del trabajo

"¿Qué constituye la enajenación del trabajo?. Primero, que el trabajo es externo al trabajador, que no es parte de su naturaleza; y que, en consecuencia no se realiza en su trabajo sino que se niega, experimenta una sensación de malestar más que de bienestar, no desarrolla libremente sus energías mentales y físicas sino que se encuentra físicamente exhausto y mentalmente abatido. El trabajador sólo se siente a sus anchas, pues, en sus horas de ocio, mientras que en el trabajo se siente incómodo. Su trabajo no es voluntario sino impuesto, es un trabajo forzado. No es la satisfacción de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer otras necesidades. Su carácter ajeno se demuestra claramente en el hecho de que, tan pronto como no hay una obligación física o de otra especie es evitado como la plaga. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo que implica sacrificio y mortificación. por último, el carácter externo del trabajo para el trabajador se demuestra en el hecho de que no es su propio trabajo sino trabajo para otro, que en el trabajo no se pertenece a sí mismo sino a otra persona.
Así como en la religión la actividad espontánea de la fantasía humana, del cerebro y el corazón del hombre, reacciona independientemente como actividad ajena de dioses y diablos sobre el individuo, la actividad del trabajador no es su propia actividad espontánea. Es la actividad de otro y una pérdida de su propia espontaneidad."

(…)

"El objeto producido por el trabajo, su producto, se opone ahora a él como ser ajeno, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es trabajo encarnado en un objeto y convertido en cosa física; este producto es una objetivación del trabajo."
Vanesa Bouza Sociología
Marx, Manuscritos filosófico económicos, I

Sistemas y conexiones

La cultura de masas forma un sistema de cultura, constituyéndose con un conjunto de símbolos, valores, mitos e imágenes referidos tanto a la vida práctica como a lo imaginario colectivo: sin embargo, no es el único sistema cultural de las sociedades contemporáneas. Estas realidades policulturales en las que la cultura de masas no es autónoma en un sentido absoluto, puede impregnarse de cultura nacional, religiosa o humanista. No es la única cultura del siglo XX, pero es la más nueva”.
Vanesa Bouza Introducción a la Comunicación
Edgar Morin: L´Espirit du temps – París, 1962.

jueves, 18 de marzo de 2010

Funcionalidades de la PC

“La computadora ofrece a los fanáticos algo de lo que muchos de nosotros estamos sedientos. La histeria, con sus raíces en la represión sexual, era la neurosis de la época de Freud. Hoy no sufrimos menos, pero sí en forma diferente. En el terror de quedarnos solos, y sin embargo con temor a la intimidad, experimentamos difundidos sentimientos de vacío, de desconexión, de la irrealidad del yo. Y aquí la computadora, una compañera sin reclamos emocionales, ofrece una solución de compromiso. Es posible ser un solitario, pero no estar jamás solo. Se puede interactuar pero sin la necesidad de sentirse jamás vulnerable frente a otra persona”
Vanesa Bouza Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos AiresSherry Turkle El Segundo yo : las computadoras y el espíritu humano (1984).

sábado, 13 de marzo de 2010

Importancia del estudio sociológico de la escuela

Fragmento de entrevista realizada a Pierre Bourdieu en 1991:
-Usted nunca dejó de investigar en el campo de la escuela, del sistema escolar y universitario. ¿Por qué le interesa tánto este campo y qué cosa fundamental cree haber descubierto en ese orden de ideas?

-Desde el punto de vista de una sociología explicativa, que da cuenta de lo que hace la gente, es vital examinar cómo se hacen, y el sistema escolar, en las sociedades modernas, es uno de los lugares donde se fabrican las personas, donde se crean las formas de pensar, las formas de actuar, en relación directa con la familia. No se puede estudiar seriamente el mundo social, el funcionamiento del mundo social sin estudiar esta institución donde las personas son creadas y donde se crean además las diferencias sociales etiquetadas, legítimas; es decir que ahí se fabrican los títulos escolares, que son, al mismo tiempo, títulos profesionales, los títulos que dan derecho a ejercer una profesión.
Por eso es muy importante y, por otra parte, el sistema escolar en la sociedad moderna es cada vez más uno de esos lugares donde se reproducen las estructuras sociales.
En toda la historia y la tradición intelectual, los historiadores en particular se han interesado en lo que llamo “las estrategias de reproducción”, es decir las formas en que los grupos sociales garantizan su continuidad. El ejemplo por excelencia son las estrategias de sucesión pero también están las estrategias matrimoniales, el modo en que la gente se casa. El matrimonio es una forma de reproducirse biológicamente, pero también de reproducir las homogeneidades, las diferencias sociales, etc.
Entonces, el sistema escolar es absolutamente clave para comprender a las sociedades modernas

-El sociólogo no está obligado a partir de un hecho masivo y evidente, que es la desigualdad de oportunidades en el sistema?

-Si, la pregunta es interesante, porque es un hecho masivo que fue establecido por los sociólogos. Una cosa importante es que sin la sociología, en el fondo, nadie conocería este hecho masivo. O sea que existe una relación estadística muy fuerte entre el origen social de los alumnos y sus resultados académicos. Uno de los meritos de la sociología es el haber establecido este hecho estadístico cada vez con mayor precisión; ahora conocemos bien estas cosas. Habiendo establecido este hecho, como todo hecho científico no se trata simplemente de registrarlo. Hay que saber qué quiere decir, por un lado, y cómo se explica.
Por ende, lo esencial de mi trabajo ha sido buscar un sistema explicativo capaz de dar cuenta de este hecho. Por ejemplo, para resumir observamos que las desigualdades del éxito académico no se explican completamente a partir de las desigualdades económicas, entonces hubo que inventar una noción que yo llamé “capital cultural”, es decir, la idea de que heredamos de nuestra familia no solamente los medios materiales sino que heredamos instrumentos de conocimiento, de expresión, de “saber hacer”, saberes, técnicas, modos, maneras de trabajar por ejemplo. Cosas transmitidas por la familia inconscientemente y que contribuyen enormemente al éxito académico. Tanto es así que los sistemas escolares los exigen a menudo sin brindarlos. Un ejemplo simple es el de las técnicas de trabajo. Pienso que una de las mayores ventajas de los niños de categorías intelectuales, además del hecho de que escuchan en su familia un lenguaje cercano al que se habla en la escuela y que la escuela exige es el hecho de que tienen una relación desinteresada con la cultura muy cercana a la demanda de la escuela; es el hecho de que reciben de su familia indicaciones –por no decir incitaciones—con respecto a la forma de trabajar, de organizar el trabajo en el tiempo: “Voy a dejar eso, prefiero hacer aquello ahora”, “Sería mejor que jugaras al fútbol, estás muy cansado”, o bien: “Primero haz esto y luego harás aquello”. Estas cosas que aparentemente son poco importantes, se hallan entre los factores decisivos de diferenciación. Es el arte de trabajar. El sistema escolar brinda muy poco de esto, porque no tiene tiempo, pero además porque…

-Por desconocimiento?

-Si, porque la mayoría de los docentes no tiene conciencia de qué es lo que falta.

-Entonces, se va a exigir… la escuela misma está para exigir al no escolarizado

-Claro, es una de esas paradojas extraordinarias que señalé en el primer libro que consagré a la educación. Esa nota marginal, que es monstruosa si uno la piensa. Un profesor que escribe en el margen “escolar”, una apreciación escolar peyorativa. Una apreciación escolar peyorativa significa que el sistema escolar no le reconoce valor a lo que el mismo sistema escolar transmite. Exige otra cosa, no se conforma…

-Y el sistema de clasificación apreciativa por categoría de “talentoso”, “serio”, “pobre”, no es, en definitiva, bastante significativo, sociológicamente hablando?

-Si, yo hice un análisis detallado a propósito de un material que recibí por azar. Un análisis de los adjetivos que los docentes usan para calificar las lecciones, los exámenes, etc. Y pienso que existe una correspondencia muy estrecha entre los tipos de calidades que se atribuyen a través de los calificativos y la calidad social de quienes son objeto de los juicios de calidad…
(…)
…Los juicios académicos son, a menudo, más a menudo de los que creemos, juicios sociales denegados, como dice el psicoanálisis. Juicios sociales que no se perciben como tales, que se ignoran como tales. Y a través de las cualidades que consideramos puramente académicas percibimos las propiedades sociales sin saberlo...
Sociología Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación (UBA)
Bourdieu Pierre, desgrabación de entrevista realizada en 1991.

jueves, 4 de marzo de 2010

Las Representaciones

La representación está directamente ligada al lenguaje –por cierto es imposible que se produzca una comunicación con sentido sin un tipo de lenguaje o convención acordados. Pero es rápidamente evidente para cualquier estudiante de los medios que hay una diferencia considerable entre el mundo real y la representación de ese mundo hecha por los medios.
A menudo es productivo para el educador separar con guión la palabra re-presentación, para así marcar que los medios son mediadores de la realidad. La educación en medios de comunicación no debería preocuparse demasiado por establecer si los niños pueden notar la diferencia entre las representaciones de los medios y la realidad. Sólo en una minoría de casos la investigación ha demostrado que los niños confunden la realidad con re-presentaciones. Los niños juzgarán la representación televisiva sobre la base de cuán real la consideran. El tema importante es considerar cómo todos relacionamos nuestra comprensión de una representación con la realidad de la que pretende hablar. De modo que un docente no necesita preguntar si sus alumnos creen que superman existe. Pero podría muy bien preguntar sobre los valores éticos, sociales y económicos que implica Superman y si tienen que ver con el mundo en que viven los niños.
Hay otra dimensión de más importancia para el estudio de la representación. Es la representación de temas que la audiencia y los medios aceptan que realmente existe. Las mujeres existen. Los negros existen. Las guerras existen. El punto es, cómo se los re-presenta y cuáles son las implicancias de la forma determinada de representación elegida –para la audiencia y para los representados.
En este caso es tan importante el estudio de noticias, actualidad y documentales como el estudio de películas. También es crucial el estudio de los editoriales de los diarios porque a menudo ofrecen un punto de vista o juicio determinado sobre temas del mundo real. El estudio de la representación es básico para cualquier actividad de la educación en medios pues trata la forma en que comprendemos la realidad en la que vivimos. La representación de los medios no es tan importante por sus fantasías (que a veces las tiene) o porque miente (que a veces lo hace) o porque confunde realidad con fantasía (que también a veces lo hace). Es importante porque es una representación minuciosa de que ciertos tipos de orden y sentido se imponen en el mundo. La representación de los medios intenta estructurar la comprensión –ya sea de un partido de fútbol o de un conflicto político. El docente de una educación en medios debe analizar la representación para identificar las formas en que se comunica el mundo y a qué intereses obedece esta comunicación.
Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación (UBA) Facultad de Ciencias Sociales Sociología
Ferguson, Bob, “Educación en medios de comunicación: desarrollo de una pedagogía adecuada” en Los medios de comunicación y la representación cultural, ADIRA, 1997.

lunes, 22 de febrero de 2010

Profecía autocumplida

"... Es, en el origen, una definición falsa de la situación, que suscita una conducta nueva, lo cual convierte en verdadero el concepto originariamente falso”
Vanesa Bouza Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA) Sociología
Robert Merton: Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1970

Guiones

“… La forma de conseguir que alguien haga lo que uno quiere, es dar una orden. Conseguir que alguien sea lo que uno quiere que sea, supone que es, o teme ser (tanto si esto es lo que uno desea como si no), es decir, conseguir que alguien materialice lo que uno proyecta es otra cuestión. En un contexto hipnótico (o similar), uno no le dice lo que tiene que ser, sino que le dice lo que es. Muchas veces, dentro del contexto, estas atribuciones son más poderosas que las órdenes (u otras formas de coacción o persuasión). Una instrucción no necesita ser definida como tal instrucción. Tengo la impresión de que recibimos las instrucciones más tempranas y duraderas en forma de atribuciones. Nos dicen que el caso es tal y tal. Nos dicen, por ejemplo, que somos un buen niño o una buena niña, no se limitan a ordenarnos que seamos un buen niño o una buena niña. Es posible que uno esté sujeto a ambos, pero si somos (esto o aquello), no es necesario que nos digan que seamos lo que ya se nos ha “dado a entender” que somos. Probablemente, el medio para una comunicación de este tipo no es el lenguaje verbal. Cuando las atribuciones ejercen la función de instrucciones o imposiciones, esta función puede ser denegada, dando lugar a un tipo de mitificación semejante o idéntica a la sugestión hipnótica…
Es posible que uno le diga a alguien que sienta algo y no recuerde que se lo han dicho. Sencillamente, dile que lo siente. Mejor aún, di a una tercera persona, delante de él, que él lo siente.
Bajo el efecto de la hipnosis, lo siente: y no sabe que ha sido hipnotizado para sentirlo. ¿Cuánto de lo que corrientemente sentimos, corresponde a lo que hemos sido hipnotizados para ser?
Tu palabra es una orden para mi. Es posible que la relación existente entre una y otra tenga tal poder que llegues a ser lo que considero que eres en mi mirada, en mi tacto, en mi tos. No necesito decir nada. Una atribución, en la forma en que estoy usando el término, puede ser cinética, táctil, olfatoria, visual. Tal atribución equivale a una orden que debe ser obedecida ´implícitamente´.
Por lo tanto, si yo te hipnotizo, no digo: “Te ordeno que sientas frío”. Indico que hace frío. Inmediatamente, tu sientes frío. Creo que muchos niños empiezan en un estado parecido.
Nosotros les indicamos cómo es: ellos establecen sus posiciones en el espacio que definimos. Es posible que ellos escojan convertirse en un fragmento de ese fragmento de sus posibilidades que nosotros indicamos que son.
Sospecho que lo que les decimos explícitamente, tiene menos importancia.
Lo que les indicamos que son, es en efecto, una instrucción para una obra de teatro: un guión…
El hipnotizador clínico sabe lo que está haciendo; la familia hipnotizadora casi nunca. Unos cuantos padres me han descrito esta técnica como una estratagema deliberada.
Muy a menudo, los padres se confunden con un niño que hace X cuando ellos le dicen que haga Y e indican que él es X.

- Intento que haga más amigos, pero es tan tímido… ¿No es así, querido?
- Siempre le digo que tenga más cuidado, pero es tan descuidado… ¿No es cierto?

Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación (Facultad de Ciencias Sociales - UBA) Sociología
Ronald Laing, citado en Steiner, Claude: “Los guiones que vivimos", 1991, Editorial Kairós