sábado, 22 de noviembre de 2008

Umbrales de la Semiótica

En el momento que el australopiteco utiliza una piedra para descalabrar el cráneo de un mono, todavía no existe cultura, aunque en realidad transforma un elemento de la naturaleza en utensilio. Digamos que surge cultura cuando: a) un ser pensante establece una nueva función de la piedra; b) lo “denomina” “piedra que sirve para algo”; c) la reconoce como “la piedra que corresponde a la función X y que tiene el nombre Y”. Estas tres condiciones ni siquiera implican la existencia de dos seres humanos. Es necesario que quien utiliza la piedra por primera vez considere la posibilidad de transmitir al día siguiente (aunque sea a sí mismo) la información adquirida y que para ello elabore un artificio mnemónico. Utilizar una piedra por primera vez no es cultura. Establecer qué y cómo la función puede repetirse y transmitir esa información, esto sí lo es. El hombre se convierte en emisor y destinatario de una comunicación. En el momento en que se produce la comunicación entre dos seres humanos, es fácil imaginar que lo observable es el signo verbal o pictográfico con el cual el emisor comunica al destinatario el objeto piedra y su posible función, por medio de un nombre (por ejemplo “hundecráneos” o “arma”). El objeto cultural se ha convertido en el contenido de una posible comunicación verbal. El emisor puede comunicar la función del objeto incluso sin denominarlo verbalmente, sino tan solo mostrándolo. Desde el momento en que el posible uso de la piedra ha sido conceptualizado, la propia piedra se convierte en signo concreto de su uso virtual. Por lo tanto se trata de afirmar que desde el momento en que existe sociedad, cualquier función se convierte automáticamente en signo de tal función. Esto es posible a partir del momento en que hay cultura. Pero existe cultura solamente porq ue esto es posible.Con todo esto no queremos decir que la cultura sea solamente comunicación, sino que puede comprenderse mejor si se la examina desde el punto de vista de la comunicación.
Humberto Eco, Los umbrales de la semiótica (Adaptación)

0 comentarios: