domingo, 23 de noviembre de 2008

Signos por todas partes

Roland Barthes es considerado uno de los fundadores de la Semiología. Barthes se basó en la concepción del signo de Saussure para analizar todo tipo de prácticas significantes de la vida social (el teatro, el cine, la fotografía, la moda, la publicidad, el discurso político, el amor, la cultura japonesa, entre otras). Sus textos presentan una mirada lúcida y sugerente de la vida contemporánea.


“Un vestido, un plato cocinado, un gesto, una película cinematográfica, una música, una imagen publicitaria, un mobiliario, un titular de diario (...).¿Qué pueden tener en común? Por lo menos esto: son todos signos. Cuando voy por la calle –o por la vida- y encuentro estos objetos, les aplico a todos, sin darme cuenta, una misma actividad, que es la de cierta lectura: el hombre moderno, el hombre de las ciudades, pasa su tiempo leyendo. Lee, ante todo y sobre todo, imágenes, gestos, comportamientos: este automóvil me comunica el status social de su propietario, esta indumentaria me dice con exactitud la dosis de conformismo, o de excentricidad de su portador (...). Aún cuando se trata de un texto escrito, siempre nos es dado leer un segundo mensaje entre las líneas del primero: si leo en grandes titulares ´Pablo VI tiene miedo´, esto quiere decir también: ´Si Usted lee lo que sigue sabrá por qué´.Todas estas ´lecturas´ son muy importantes en nuestra vida, implican demasiados valores sociales, morales, ideológicos, para que una reflexión sistemática pueda dejar de tomarlas en consideración: esta reflexión es la que, por el momento al menos, llamamos semiología (...). Lo que importa es poder someter a un principio de clasificación una masa enorme de hechos en apariencia anárquicos, y la significación es la que suministra este principio: junto a las diversas determinaciones (económicas, históricas, psicológicas) hay que prever ahora una nueva cualidad del hecho: el sentido.El mundo está lleno de signos, pero estos signos no tienen la bella simplicidad de las letras del alfabeto, de las señales del código vial o de los uniformes militares: son infinitamente más complejos y sutiles. La mayor parte de las veces los tomamos como informaciones naturales (...).Descifrar los signos del mundo quiere decir siempre luchar contra cierta inocencia de los objetos. Comprendemos nuestro idioma tan ´naturalmente´, que jamás se nos ocurre la idea de que nuestra lengua es un sistema muy complicado y muy poco “natural” de signos y de reglas: de la misma manera es necesaria una sacudida incesante de la observación para adaptarse no al contenido de los mensaje sino a su hechura: dicho brevemente: el semiólogo, como el lingüista, debe entrar en la ´cocina del sentido´.

Roland Barthes. “La cocina del sentido”. EnLa aventura semiológica. Barcelona, Paidós, 1990.

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