sábado, 29 de noviembre de 2008

Autoridad y Libertad

El orden político descansa fundamentalmente en dos principios contrarios: la Autoridad y la libertad. El primero inicia; el segundo determina. Éste tiene por corolario la razón libre; aquel, la fe que obedece.La plebe, como vive al día, sin propiedad, sin empresas, apartada de los empleados públicos, se inquieta poco por los peligros de la tiranía. La burguesía, por el contrario, como posee, comercia, fabrica y codicia además la tierra y los pingues sueldos, está interesada en asegurarse la devoción del poder. La necesidad de orden lleva a ideas liberales: de aquí las Constituciones que impone a los reyes. Al mismo tiempo que encierra al gobierno en un círculo de formas legales de su elección y lo sujeta al voto de un parlamento, deroga el sufragio universal y restringe el derecho político. Si la división de poderes le es útil para contrarrestar la influencia de la corona y desconcertar la política personal del príncipe; si, por otra parte, le sirve igualmente el privilegio electoral contra las aspiraciones populares, no le es menos preciosa la centralización política, en primer lugar, por los empleos que hace necesarios y porque proporciona a la burguesía participación en el poder y en el impuesto, y luego porque facilita la pacífica explotación de las masas. Bajo un régimen tal, la clase trabajadora, acuartelada en sus talleres, está condenada a vivir de un salario. Existe la libertad, pero sólo en los términos de la sociedad burguesa, cosmopolita como sus capitales. La multitud ha hecho abandono no sólo ya de lo político, sino también de lo económico.
Piere Joseph Proudhon, 1849.

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