viernes, 31 de julio de 2009

Televisión en familia

El proyecto (..) se basó en dieciocho familias blancas (dos adultos con dos o más niños) que fueron entrevistadas en 1985. Si bien Morley presta mucha atención al contexto en que se mira televisión (entrevista a familias de desempleados, de clase trabajadora y de clase media), su investigación encuentra un nuevo centro de interés en la importancia del género en el uso de la televisión.
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La naturaleza de género en la actividad social centrada en la televisión es manifiesta en todos los hogares, y corta transversalmente la clase social. Morley dice que “investigar la forma de mirar televisión en el hogar es, por definición, investigar algo que los hombres están en mejores condiciones de hacer francamente, y que las mujeres parecen capaces de hacer sólo distraída y culposamente, a causa de las responsabilidades domésticas que nunca dejan de pesar sobre ellas” (Morley, 1988, pág. 147)
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En la mayor parte de las familias entrevistadas era el adulto masculino de la casa quien tenía el control sobre las pautas de la práctica de ver televisión de los demás miembros de la familia. El predominio masculino en el hogar se extiende al manejo del televisor y de la videograbadora. No obstante, el control masculino nunca es absoluto y se ve cuestionado de continuo por los restantes miembros de la familia. Señalemos algunos ejemplos. Un miembro de la tercera de las familias del estudio (un padre sin empleo) describe su relación con la televisión como “de adicción… para mí es como una droga” (Morley, 1988, pág. 68). Morley señala que en ese hogar el televisor raramente se apaga y el padre da muestras de una obsesión masculina por mirar televisión en un silencio sin interrupciones. Eso era característico del estilo en que en general los hombres preferían mirar televisión, en tanto que las mujeres propendían mucho más a desarrollar por lo menos otra actividad social. Se reconoció también, por parte tanto de los hombres como de las mujeres, que los hombres miraban mucha más televisión que las mujeres. También esto es recogido por Morley en términos de una división del hogar según géneros. Los hombres sienten la casa como un lugar de relajamiento, pero en las mujeres de todas las clases sociales el deseo de mirar televisión siempre tiene que entrar en transacciones con sentimientos de culpa y de obligación. Cuando las mujeres podían negociar algún espacio, comúnmente durante la ausencia del marido, tendían a mirar programas de entretenimientos que recibían una valoración negativa, en especial por parte del marido, que afirmaba su preferencia por productos más referidos a los hechos. En realidad, el control de la escena familiar por los hombres era tal que el padre sin empleo mencionado anteriormente manifestaba una fuerte resistencia a asistir a espectáculos fuera del hogar. Como esas actividades solían ser gratuitas, Morley interpreta la negativa del padre a salir de casa como un medio de rechazar la posible pérdida de un “poder total” (Morley, 1988, pág. 70).
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La madre de la décima familia del estudio (una familia de clase trabajadora) exhibe una aguda conciencia del papel que los dramones en episodios suelen desempeñar en la vida de las mujeres. El relativo aislamiento de estas respecto de la esfera pública hace que a menudo tengan tres temas principales de conversación (los niños, las tareas domésticas y la televisión) que proporcionan el “cemento” social para la vida comunitaria. Morley observa que, de acuerdo con su estudio, en tanto que son los hombres los que consumen una cantidad predominante de televisión, son, en conjunto, las mujeres las más inclinadas a admitir que se dedican a hablar acerca de ella. En su trabajo posterior (1992), Morley interpreta la adhesión de los hombres a los programas realistas y relacionados con los hechos como una manera de defenderse de la posibilidad de dejarse llevar por la fantasía o la emoción. Y la necesidad que las mujeres tienen de estar “haciendo algo” mientras miran televisión puede asociarse a la manera en que se construyen las identidades de género en una sociedad patriarcal. La razón por la que mirar televisión sigue siendo un placer culposo en las familias nucleares modernas es que su rol de género exige a las mujeres subordinar constantemente sus necesidades, sus deseos y sus placeres a los de su pareja masculina.
Vanesa Bouza Sociología
Stevenson, Nick, “Perspectivas críticas en la investigación de la audiencia”, en Culturas mediáticas, Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

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