viernes, 20 de abril de 2007

Sobre la Emancipación Intelectual


“Tal es la única oportunidad, la oportunidad única de emancipa- ción intelectual: cada ciudadano es también un hombre que hace obra, de la pluma, del buril o de cualquier otra herramienta. Cada interior superior es también un igual que explica y hace explicar a otro lo que ha visto. Siempre es posible jugar con esta relación de sí hacia sí y llevar al hombre social a su primera verdad para despertar en él al hombre razonable. Sólo el que no pretende introducir el método de la enseñanza universal en los mecanismos de la máquina social puede suscitar esta energía tan nueva que fascina a los amantes de la libertad, esta potencia sin gravedad ni aglomeración que se propaga como el relámpago, por el contacto de dos polos. Sólo el que abandona los mecanismos de la máquina social tiene la oportunidad de hacer circular la energía eléctrica de la emancipación.
Solamente se dejará de lado a los atontados del Viejo y a los poderosos a la antigua usanza. Ellos ya se inquietaban por los maleficios de la instrucción en los hijos del pueblo, imprudentemente arrancados de su condición. Es lo que sucede si se habla de emancipación e igualdad de las inteligencias, si se dice solamente que ¡marido y mujer tienen la misma inteligencia! ¡Un visitante preguntó al señor Jacotot si las mujeres en una situación de igualdad todavía serían bonitas! Privemos pues a estos atontados de respuesta, dejémosles girar en su círculo académico nobiliario. Sabemos que eso es lo que define a la visión atontadota del mundo: creer en la realidad de la desigualdad, imaginarse que los superiores en la sociedad son efectivamente superiores, y creer que la sociedad estaría en peligro si se extendiese la idea, sobre todo en las clases bajas, de que esta superioridad es exclusivamente una ficción acordada. De hecho, sólo un emancipado puede oir sin turbación que el orden social es pura convención y obedecer escrupulosamente a superiores de los que sabe que son iguales que él. Él sabe lo que puede esperar del orden social y no provocará grandes trastornos. Los atontados no tienen nada que temer, pero ellos no lo sabrán nunca…”
Jacques Ranciére. El Maestro Ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. Laertes. Barcelona. (Edición francesa: fayard 1987).

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