jueves, 2 de septiembre de 2010

Difusión e ilusionismos

“… La democratización de la cultura entendida como difusión del patrimonio cultural por todas las capas de la sociedad era doblemente ilusoria: en primer lugar, porque la cultura no es un conjunto homogéneo que pueda asimilarse a un patrimonio sino una realidad contradictoria portadora, en su esfera, de intereses de clase y de fracciones de clase; en segundo lugar, porque la difusión, concebida como distribución igualitaria de la cultura a todo el mundo, se enfrentaba, en realidad, con la segregación cultural existente. Como escribía Pierre Gaudibert en un libro que contribuyó enormemente a deshinchar el globo de la salvación social a través de la cultura: “Las casas de la cultura están legalmente abiertas a todo el mundo, y eso basta para hacer creer que su frecuentación es libre; en el mejor de los casos, se mantiene la ilusión de que el Estado puede compensar los desequilibrios de la sociedad civil, como si estuviera al servicio del interés general y fuera capaz de transformar la igualdad formal en igualdad real. Ahí están el marxismo y la sociología crítica para desengañar y mostrar sin descanso que esta libertad es ilusoria, que el acceso a los espacios culturales está regulado por las desigualdades de producción y de clases en el seno de una formación social determinada”.
      Estas desigualdades, que en algunos casos hacen “natural” y en otros “imposible” el acceso a la cultura, están constituidas esencialmente por las diferencias de capital cultural y escolar que funcionan respecto a las posibilidades reales de un individuo como un sistema de selección. Cuanto más elevado es el doble capital, mayores son las posibilidades de acceso a las prácticas culturales.”
 Vanesa Bouza Sociología
Mattelart, A y Piemme, J.M: La televisión alternativa, Editorial Anagrama, 1981. Pág 75

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