lunes, 22 de febrero de 2010

Profecía autocumplida

"... Es, en el origen, una definición falsa de la situación, que suscita una conducta nueva, lo cual convierte en verdadero el concepto originariamente falso”
Vanesa Bouza Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA) Sociología
Robert Merton: Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1970

Guiones

“… La forma de conseguir que alguien haga lo que uno quiere, es dar una orden. Conseguir que alguien sea lo que uno quiere que sea, supone que es, o teme ser (tanto si esto es lo que uno desea como si no), es decir, conseguir que alguien materialice lo que uno proyecta es otra cuestión. En un contexto hipnótico (o similar), uno no le dice lo que tiene que ser, sino que le dice lo que es. Muchas veces, dentro del contexto, estas atribuciones son más poderosas que las órdenes (u otras formas de coacción o persuasión). Una instrucción no necesita ser definida como tal instrucción. Tengo la impresión de que recibimos las instrucciones más tempranas y duraderas en forma de atribuciones. Nos dicen que el caso es tal y tal. Nos dicen, por ejemplo, que somos un buen niño o una buena niña, no se limitan a ordenarnos que seamos un buen niño o una buena niña. Es posible que uno esté sujeto a ambos, pero si somos (esto o aquello), no es necesario que nos digan que seamos lo que ya se nos ha “dado a entender” que somos. Probablemente, el medio para una comunicación de este tipo no es el lenguaje verbal. Cuando las atribuciones ejercen la función de instrucciones o imposiciones, esta función puede ser denegada, dando lugar a un tipo de mitificación semejante o idéntica a la sugestión hipnótica…
Es posible que uno le diga a alguien que sienta algo y no recuerde que se lo han dicho. Sencillamente, dile que lo siente. Mejor aún, di a una tercera persona, delante de él, que él lo siente.
Bajo el efecto de la hipnosis, lo siente: y no sabe que ha sido hipnotizado para sentirlo. ¿Cuánto de lo que corrientemente sentimos, corresponde a lo que hemos sido hipnotizados para ser?
Tu palabra es una orden para mi. Es posible que la relación existente entre una y otra tenga tal poder que llegues a ser lo que considero que eres en mi mirada, en mi tacto, en mi tos. No necesito decir nada. Una atribución, en la forma en que estoy usando el término, puede ser cinética, táctil, olfatoria, visual. Tal atribución equivale a una orden que debe ser obedecida ´implícitamente´.
Por lo tanto, si yo te hipnotizo, no digo: “Te ordeno que sientas frío”. Indico que hace frío. Inmediatamente, tu sientes frío. Creo que muchos niños empiezan en un estado parecido.
Nosotros les indicamos cómo es: ellos establecen sus posiciones en el espacio que definimos. Es posible que ellos escojan convertirse en un fragmento de ese fragmento de sus posibilidades que nosotros indicamos que son.
Sospecho que lo que les decimos explícitamente, tiene menos importancia.
Lo que les indicamos que son, es en efecto, una instrucción para una obra de teatro: un guión…
El hipnotizador clínico sabe lo que está haciendo; la familia hipnotizadora casi nunca. Unos cuantos padres me han descrito esta técnica como una estratagema deliberada.
Muy a menudo, los padres se confunden con un niño que hace X cuando ellos le dicen que haga Y e indican que él es X.

- Intento que haga más amigos, pero es tan tímido… ¿No es así, querido?
- Siempre le digo que tenga más cuidado, pero es tan descuidado… ¿No es cierto?

Vanesa Bouza Lic. Ciencias de la Comunicación (Facultad de Ciencias Sociales - UBA) Sociología
Ronald Laing, citado en Steiner, Claude: “Los guiones que vivimos", 1991, Editorial Kairós